Emilia y el Torneo de Patines



Era un hermoso día soleado en el parque central de la ciudad. Las tribunas estaban llenas de familias y amigos listos para animar a los participantes del torneo local de carreras en patines en línea. Entre la multitud, había una pequeña figura que destacaba: ¡Emilia, de seis años, con su casco y patines bien atados!

Emilia nunca había participado en un evento tan grande, pero tenía una gran motivación: su mamita, Camila, estaba en la tribuna, sonriendo y haciéndole señas.

"¡Vamos, Emi! ¡Puedes hacerlo!" - gritó Camila alzando los brazos.

La pequeña Emilia sonrió y agitó su mano. El primer reto era una carrera de corta distancia. Con el silbido del inicio, Emilia comenzó a patinar. Sus patines brillaban al sol mientras se deslizaba velozmente por la pista. Sintió el viento en su cara y el apoyo del público, que la animaba.

¡Zas! En un abrir y cerrar de ojos, cruzó la línea de meta con una gran sonrisa en su rostro.

"¡Gané! ¡Mamita, gané!" - gritó mientras levantaba el brazo.

Camila saltó de alegría desde la tribuna.

"¡Sos la mejor, Emilia!" - le respondió emocionada.

La segunda carrera llegó rápidamente. Era una competencia de larga distancia, y muchas niñas y niños se preparaban en la línea de partida. Emilia miró a su alrededor y vio a competidores mayores que ella. Se sintió un poco nerviosa.

"¿Y si no gano esta vez?" - pensó Emilia mientras estiraba sus piernas.

Al sonar el silbato, todos salieron disparados, y Emilio se esforzó, patinando con todas sus fuerzas. Pasó a sus rivales con genialidad, pero de repente, uno de los chicos perdió el equilibrio y cayó justo delante de ella.

"¡Uy! ¡Cuidado!" - gritó Emilia, esquivando al niño con destreza. Pero en su intento, perdió una de sus ruedas en la carrera. Sintió que el mundo se le venía encima.

El jurado vio lo ocurrido y, para sorpresa de todos, decidió dar una segunda oportunidad a Emilia al declarar la competencia nula.

"¡Vamos de nuevo, Emi! ¡Dale!" - le gritó Camila, con los ojos llenos de aliento.

Emilia respiró hondo y se recordó a sí misma que lo importante era divertirse. En la segunda ronda de aquella carrera, tuvo más cuidado y mucha determinación. Esta vez, se lanzó con todo, y ¡en un emocionante final, logró cruzar la meta de segunda!

El público aplaudió y vibró con entusiasmo.

"¡Increíble, Emilia!" - decía una señora al lado de Camila.

"Estuvo muy atenta y se movió con gracia. ¡Esa es una gran deportista!"

Finalmente, llegó el momento de la tercera competencia, que era por equipos. Emilia estaba un poco cansada, pero sabía que debía dar lo mejor de sí misma. En el equipo de Emilia participaban dos amigos de su clase, Lucas y Sofía. También era su primera vez en una competencia.

"¿Listos, equipo?" - les preguntó Emilia a sus amigos.

"¡Sí! ¡Podemos ganar juntos!" - respondió Sofía, entusiasmada.

La salida comenzó y la competencia fue reñida. Emilia, aunque a veces quedaba un poco atrás, alentaba a sus amigos a seguir patinando como grandes campeones. En el último giro, su equipo se encontró en último lugar, y las lágrimas empezaron a asomarle a los ojos a Emilia.

"No vale la pena llorar, Emilia. ¡Lo más importante es que estamos juntos!" - dijo Lucas, intentando consolarla.

"Tenés razón, Lucas" - respondió Emilia, limpiándose las lágrimas. "Vamos a darlo todo ahora. ¡Apatiné hasta el final!"

El equipo se lanzó hacia adelante con todas sus fuerzas, cruzando la meta en una explosión de alegría, ¡aunque llegaron en tercer lugar!"¡Lo hicimos!" - gritó Sofía, con una sonrisa enorme.

"¡Fue muy divertido!" - dijo Emilia.

Camila se levantó de su asiento, aplaudiendo con fuerza.

"Estoy tan orgullosa de vos, Emilita. Ganaste dos carreras y mostraste un gran espíritu de equipo. Eso es lo que importa. ¡Sos una campeona!" - le dijo.

Esa fue la lección más valiosa que aprendió Emilia ese día. Gano y perdió, pero siempre se divirtió y disfrutó cada momento con sus amigos. Desde ese día, Emilia supo que aunque el ganar era emocionante, lo que realmente contaba era la amistad, el esfuerzo y la alegría de patinar.

Y así, entre risas y aplausos, Emilia y su mamita abrazaron a su equipo, listos para seguir adelante con su aventura patinadora, sin importar dónde los llevara la vida.

FIN.

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