Emily y la lección de obediencia


Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Emily. Desde muy pequeña, Emily tenía la costumbre de desobedecer a sus papás y a su maestra en la escuela.

Siempre hacía lo que quería, sin importarle las consecuencias. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, su mamá le dijo que volviera a casa antes de la hora del almuerzo. Pero Emily, como siempre, decidió quedarse un rato más sin permiso.

Al llegar a casa tarde, su mamá estaba muy preocupada y enojada. "-Emily, te dije que volvieras a tiempo. No puedes desobedecerme así", le reprochó su mamá. Pero Emily no prestaba atención y seguía haciendo lo que quería.

Esa misma semana, en la escuela, la maestra le pidió que se sentara y prestara atención en clase. Sin embargo, Emily ignoró sus indicaciones y empezó a molestar a sus compañeros.

La maestra le advirtió: "-Emily, si sigues portándote mal tendrás consecuencias". Pero Emily no hizo caso y continuó comportándose mal. Hasta que un día, mientras jugaba en el patio del colegio sin prestar atención por estar distraída con su celular, tropezó y se cayó al piso lastimándose el brazo.

Fue llevada rápidamente al hospital donde los doctores le dijeron que debía tener más cuidado y seguir las instrucciones para recuperarse pronto. Durante su recuperación, Emily reflexionó sobre todas las veces que desobedeció a sus papás y maestra.

Se dio cuenta de lo importante que era seguir las reglas para evitar situaciones peligrosas como la que acababa de vivir. Cuando regresó a clases con el brazo vendado, se disculpó con su maestra y prometió portarse mejor.

A partir de ese momento comenzó a obedecer las indicaciones de los adultos y a ser más responsable en todo lo que hacía.

Con el tiempo, Emily se convirtió en una niña ejemplar: ayudaba en casa sin protestar, sacaba buenas notas en la escuela y era respetuosa con todos a su alrededor. Desde entonces entendió que la obediencia no era solo una regla impuesta por los adultos sino una forma de cuidarse a uno mismo y evitar problemas innecesarios.

Y así fue como Emily aprendió por las malas consecuencias de no portarse bien; comprendiendo finalmente el valor de obedecer para crecer feliz y segura.

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