Emily y la piscina de inglés



Había una vez un grupo de amigos que se reunían todos los veranos en la casa de campo de uno de ellos.

En esa casa había una enorme piscina donde pasaban horas y horas jugando y refrescándose del intenso calor. Un día, llegó a la casa una nueva amiga llamada Emily, que venía desde Estados Unidos.

A pesar de que ella hablaba español, los demás niños se dieron cuenta rápidamente de que no podían comunicarse con ella tan fácilmente como con sus otros amigos. Fue entonces cuando uno de los chicos, Tomás, tuvo una idea brillante: "¡Podemos aprender inglés jugando en la piscina!", dijo emocionado.

Los demás lo miraron confundidos al principio, pero luego empezaron a entender su plan. Así comenzó una aventura llena de juegos y diversión para aprender inglés.

Los niños se dividieron en dos equipos y cada uno tenía que esagarrar un capitán que fuera el encargado de dar las órdenes en inglés durante los juegos acuáticos. Al principio fue difícil para todos entender algunas palabras nuevas, pero poco a poco fueron aprendiendo y mejorando su pronunciación gracias a las correcciones amistosas del equipo contrario.

Emily también ayudaba mucho enseñándoles expresiones nuevas y corrigiéndolos si cometían algún error. Todos estaban tan emocionados por aprender inglés juntos que incluso algunos padres se sumaron a la diversión e hicieron preguntas en ese idioma durante el almuerzo o la merienda.

Pero no todo fue fácil... Un día mientras nadaban tranquilamente apareció un misterioso objeto flotante en medio de la piscina. Todos se asustaron pensando que era una serpiente y empezaron a gritar asustados.

Fue entonces cuando Emily, con su conocimiento del inglés, identificó el objeto como un tronco y les explicó que no había nada de qué preocuparse. Desde ese día, los niños aprendieron nuevas palabras relacionadas con la naturaleza y se volvieron más atentos a su entorno.

Así pasaron las vacaciones: jugando en la piscina mientras aprendían inglés juntos. Al final del verano, todos estaban muy orgullosos de lo mucho que habían mejorado en el idioma gracias a la ayuda de Emily y al ingenio de Tomás.

Y aunque cada uno regresó a sus respectivas ciudades al final del verano, prometieron seguir practicando lo que habían aprendido para poder comunicarse mejor con amigos nuevos de diferentes partes del mundo.

FIN.

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