Emma, la gata que enseñó a Ciro el perro a compartir


Emma era una gata callejera que vivía en la plaza del barrio. Era una gata cariñosa y curiosa, siempre buscando aventuras.

Un día, mientras exploraba la plaza, se encontró con Ciro, un perro callejero que no paraba de masticar un hueso. -¡Hola, Ciro! ¿Qué estás haciendo? -le dijo Emma con su voz dulce y amigable. -Estoy saboreando este delicioso hueso. ¿Quieres probarlo? -respondió Ciro, mostrándole el hueso a la gata.

-¡Claro que quiero probarlo! Pero ¿por qué no compartimos? Tú muerdes un extremo y yo el otro, así ambos podremos disfrutarlo -propuso Emma con entusiasmo. Ciro dudó un poco al principio, nunca había compartido su hueso con nadie, pero ante la amabilidad de la gata, decidió intentarlo.

Cada uno agarró un extremo del hueso y empezaron a masticar juntos. Fue en ese momento que Ciro comprendió lo gratificante que era compartir y la importancia de la amistad. A partir de ese día, Ciro y Emma se convirtieron en compañeros inseparables.

Juntos recorrían la plaza, compartían la comida que encontraban y se cuidaban mutuamente. Su amistad demostraba que, a pesar de sus diferencias, podían convivir pacíficamente y aprender el uno del otro.

Su historia inspiró a los demás animales del barrio a compartir y a vivir en armonía. Emma, la gata valiente, demostró que la amistad y el compartir hacen la vida mucho más feliz, y Ciro, el perro testarudo, aprendió que la generosidad y la solidaridad traen consigo grandes recompensas.

Y así, la plaza se convirtió en un lugar donde todos los animales vivían en paz y armonía, recordando siempre el importante mensaje de Emma y Ciro: compartir nos hace más fuertes y felices.

Dirección del Cuentito copiada!