Emma, la perrita de la lluvia


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una perrita llamada Emma. Emma era una perra muy especial, ya que a diferencia de la mayoría de los perros, a ella le encantaban los días lluviosos.

Desde pequeña, cada vez que escuchaba tronar el cielo y sentir las gotas caer del cielo, su cola no paraba de moverse de felicidad. Pero eso no era lo único especial en Emma. A ella también le gustaba comer mucho.

No importaba si era carne jugosa o croquetas crujientes, ¡a Emma le gustaba probarlo todo! Sus dueños la mimaban con las mejores comidas y ella siempre estaba dispuesta a saborear cada bocado.

Un día, mientras caminaba bajo la lluvia con su dueña Martina, Emma vio algo brillante entre los arbustos. Se acercó curiosa y descubrió un collar perdido.

Martina leyó la placa del collar y vieron que pertenecía a un perrito llamado Toby que vivía al otro lado de la ciudad. "¡Debemos devolverle este collar a Toby lo antes posible!", exclamó Martina emocionada por ayudar. Emma movió la cola con entusiasmo y juntas emprendieron camino hacia la casa de Toby.

El trayecto no fue fácil bajo la lluvia torrencial pero nada detenía a Emma cuando se trataba de hacer el bien. Finalmente llegaron a la casa de Toby y tocaron el timbre.

Una señora amable les abrió la puerta y al ver el collar en manos de Emma, sus ojos se iluminaron. "¡Oh gracias! ¡Toby estaba tan triste sin su collar! ¿Cómo puedo agradecérselos?", dijo emocionada la señora. Martina sonrió y respondió: "No es necesario, solo queríamos ayudar".

La señora insistió en invitarlas a pasar y preparó unas deliciosas galletitas para compartir mientras esperaban que dejara de llover para regresar a casa. Emma no podía resistirse al aroma tentador y probó una galletita con cuidado.

La señora notó lo mucho que disfrutaba Emma comiendo e hizo una observación:"Emma parece disfrutar tanto como Toby cuando come sus galletitas favoritas". Martina asintió orgullosa: "¡Así es! A Emma le encanta comer pero también ama ayudar a los demás".

La lluvia finalmente cesó y fue hora de regresar a casa. La señora despidió calurosamente a Martina y Emma, quienes emprendieron camino de vuelta con corazones felices por haber hecho feliz a Toby y su familia.

En ese momento, Emma comprendió que más allá de sus gustos personales por los días lluviosos y comer mucho, lo más importante era ser solidaria y estar siempre lista para ayudar al prójimo.

Desde entonces, Emma continuó disfrutando cada día lluvioso pero ahora también buscaba maneras creativas para ayudar a quienes lo necesitaban en su comunidad. Y así se convirtió en un ejemplo inspirador para todos aquellos que tenían el placer de conocerla.

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