Emma y Charlotte en el futuro



Era un día radiante en la vida de Emma, una niña de 7 años con una imaginación desbordante. Su mejor amiga era Charlotte, su bulldog francés, a quien llevaba a todas partes. Un día, mientras exploraban el desván de su casa, Emma encontró una extraña máquina cubierta de polvo.

- ¡Mirá, Charlotte! - exclamó Emma, emocionada. - ¡Es como una máquina del tiempo!

Charlotte, que estaba sentada a un lado, movió su cola, como si también estuviera entusiasmada.

- Vamos a probarla, ¿sí? - dijo Emma, sin pensarlo dos veces.

Con un poco de esfuerzo, Emma logró encender la máquina. De repente, un torbellino de luces las envolvió y, al parpadear, se encontraron en un lugar completamente diferente.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Emma, mirando a su alrededor. Todo parecía futurista, con edificios altos, autos voladores y personas con dispositivos extraños en las manos.

- Guau - ladró Charlotte, confundida pero expectante.

Mientras caminaban, se dieron cuenta de que en este futuro la gente parecía muy ocupada y parecía que olvidaba disfrutar de las pequeñas cosas. La primera parada fue un parque donde vieron a unos niños, todos tan absortos en sus tablets y teléfonos que ni siquiera se fijaban en el hermoso paisaje que los rodeaba.

- ¡Hola! - gritó Emma, acercándose a ellos. - ¿No ven lo lindo que es jugar al aire libre?

Uno de los chicos, con auriculares y una tablet en la mano, la miró confuso.

- ¿Para qué? - preguntó. - Aquí tengo todo lo que necesito.

- Pero jugar afuera es divertido. - dijo Emma. - ¡Mirá qué lindo está el día!

Charlotte se acercó a los niños y empezó a ladrar, como si quisiera jugar. Los niños comenzaron a reírse del bulldog francés.

- ¡Es simpática! - dijo una de las chicas, dejando a un lado su pantalla. - Vení, juguemos.

Rápidamente, los niños dejaron sus dispositivos y se unieron a Emma y Charlotte, corriendo y riendo en el parque. Emma se dio cuenta de la importancia de disfrutar del momento y de la compañía de los demás.

- Esto es increíble - dijo Emma entre risas. - ¡Deberían hacerlo más seguido! ¡La vida es una aventura!

Después de una gran tarde de juegos, Emma notó que ya era hora de volver a casa. Miró a Charlotte, que también parecía cansada pero feliz.

- ¡Debemos encontrar la máquina del tiempo! - exclamó emocionada.

Al caminar de regreso por la ciudad futurista, se dieron cuenta de que la gente parecía un poco más sonriente. Emma sonrió al ver cómo los niños estaban disfrutando, dejando de lado sus dispositivos por un rato.

Finalmente, encontraron un lugar donde había una máquina similar a la que había encontrado en su casa. Con un último vistazo a ese mundo futurista, Emma y Charlotte se subieron y presionaron algunos botones, volviendo a su hogar.

Al aterrizar, Emma sonrió.

- ¡Charlotte! ¡Mirá lo que aprendimos! No importa cuántos avances tengamos, siempre hay que recordar disfrutar de la vida y de las cosas simples.

Charlotte, como si entendiera cada palabra, le dio un lametón en la cara, y Emma estalló en risas.

A partir de ese día, Emma no solo jugó más en el parque, sino que invitó a sus amigos a disfrutar del aire libre. Aprendió que la verdadera diversión estaba en compartir momentos, en reír y jugar, y se convirtió en una defensora del tiempo sin pantallas.

Y así, Emma y Charlotte siguieron viviendo aventuras, recordando siempre que el presente era el mejor lugar para estar juntos.

FIN.

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