Emma y el Laberinto de las Letras
Era una calurosa tarde de verano cuando Emma decidió explorar el viejo parque de su barrio. Mientras corría entre los árboles, un extraño caleidoscopio de colores brillantes apareció ante ella. Decidida a descubrir qué era, se acercó y, de repente, se vio atrapada en un mundo mágico: el Mundo de las Letras.
"¿Dónde estoy?", se preguntó Emma, mirando a su alrededor. Todo era raro y maravilloso: árboles con ramas en forma de letras, ríos que fluían con tinta y caminos de papel.
Al principio se sintió asustada, pero luego decidió que debía encontrar la forma de volver a casa. En el horizonte, divisó a un grupo de letras que parecían tener vida propia. Ella se acercó y, al hacerlo, escuchó una divertida conversación entre ellas.
"¿Viste cómo se arrastra la 'S'? ¡Es tan graciosa!" - dijo la 'R'.
"¡Y no hablemos de cómo gira la 'Q' cada vez que hay una palabra coqueta!" - respondió la 'A'.
Emma sonrió, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba saber más sobre cada letra para volver a casa. Entonces se acercó a ellas.
"Hola, soy Emma. Estoy perdida y necesito saber cómo leer para salir de aquí. ¿Me ayudarían?" - preguntó.
Las letras se miraron entre sí, sorprendidas por la amabilidad de la niña. La 'E', la letra más sabia, se acercó y dijo:
"¡Claro que sí, Emma! Pero antes de ayudarte, tendrás que enfrentar algunos retos. Cada letra tiene una historia y un secreto que descubrir. Si lo logras, aprenderás a leer. ¿Estás lista?"
Emma asintió y, con una sonrisa decidida, la 'E' la llevó a su primer desafío. El camino estaba decorado con letras encadenadas que formaban palabras. Para avanzar, Emma debía encajar algunas letras en los espacios vacíos.
"Algunas formas no encajan, pero esto es divertido", pensó, mientras resolvía rompecabezas y unía letras para formar palabras simples. Por ejemplo: 'casa', 'sol', 'perro'. Con cada acierto, Emma sentía que el miedo se disipaba y la confianza crecía en su corazón.
Después de completar el primer desafío, las letras aplaudieron alegremente.
"¡Bien hecho! Ahora pasemos al siguiente desafío." - dijo la 'L', girando su cola.
El siguiente reto consistía en acertar rimas. La 'V' empezó a cantar:
"Soy una letra que vuela, voy a pedir una abuela... ¿Quién puede terminar la rima?"
"¡Vuela y abuela!" - exclamó Emma, emocionada.
Con cada rima que lograba, Emma se sumía más en el mundo de las palabras. Las letras la animaban y comenzaban a sentirse como sus amigas. Sin embargo, había un último reto que debía superar: la Torre de las Palabras.
Era un inmenso castillo, construido con hojas de papel, donde las palabras más complicadas estaban guardadas. La 'G' la llevó hasta la entrada:
"Solo aquellos que pueden leer entrarán. Tienes que leer esta palabra y decírmela correctamente." - explicó.
Emma se acercó, temblando de nervios. Observó la palabra: "murciélago". La leyó en su mente varias veces, mientras las letras le sonreían con confianza.
"¡Murciélago!" - gritó, con todas sus fuerzas.
Toda la torre resonó con su grito y, de repente, se escuchó un hermoso sonido de campanas. Las puertas se abrieron y las letras la llevaron a un gran salón donde todos estaban celebrando.
"¡Lo hiciste, Emma! Ahora puedes leer y volver a casa. Te hemos enseñado lo más importante: cada letra y cada palabra tiene su magia. Lleva esta sabiduría contigo." - dijo la 'E', sonriendo.
Emma sintió una gran alegría y, al mismo tiempo, un nuevo deseo: compartir lo que había aprendido. Con un chirrido, el caleidoscopio volvió a aparecer, y antes de saberlo, estaba de vuelta en el parque de su barrio.
"Mamá, papá, tengo algo increíble que contarles", dijo emocionada, mientras corría. Y desde ese día, Emma nunca dejó de leer y compartir historias increíbles desde el mágico mundo de las letras que siempre llevaría en su corazón.
FIN.