Emma y el Piano Mágico



En un pequeño barrio, vivía una niña llamada Emma. Tenía siete años y un gran sueño: aprender a tocar el piano. Todos los días, se quedaba mirando a su vecina, la señora Clara, quien tocaba bellas melodías que llenaban el aire de felicidad.

Un día, Emma decidió que era hora de intentarlo.

"¡Quiero aprender a tocar el piano!" - le dijo a su mamá mientras señalaba el viejo piano de la señora Clara.

Su mamá sonrío y la llevó a la casa de la señora Clara.

"Hola, señora Clara. ¿Podría enseñar a Emma a tocar el piano?" - preguntó su mamá.

"Por supuesto, es una excelente idea. Pero tocar el piano no es fácil, Emma. Debes tener paciencia y practicar mucho" - respondió la señora Clara.

Emma asintió con determinación. Comenzó a tomar clases. El primer día, la señora Clara le mostró cómo colocar las manos sobre el piano.

"Recuerda, debes tocar las teclas con suavidad" - le dijo.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Emma se sintió frustrada. Las notas parecían confundirse y su cabeza estaba llena de dudas.

"No puedo, es muy difícil. Nunca voy a aprender" - se quejaba.

Una tarde, al salir de la clase, Emma vio a un grupo de niños jugando en el parque y decidió unirse a ellos. Mientras jugaba, escuchó una risa familiar, era la señora Clara.

"¿Te gustaría escuchar una historia de un músico famoso?" - preguntó la señora Clara.

"¿Sí?" - respondió Emma con curiosidad.

La señora Clara la llevó a un banco y comenzó a contarle sobre Beethoven, un gran compositor que había perdido la audición, pero nunca dejó de tocar música.

"Lo importante no es si caes, sino cuántas veces te levantas" - explicó Clara.

Emma se sintió inspirada. Decidió que no se rendiría, así que al día siguiente volvió a clase con una sonrisa.

"¡Señora Clara, quiero hacer un nuevo intento!" - exclamó.

"Eso es lo que quería escuchar, ¡vamos a comenzar de nuevo!" - respondió la señora Clara emocionada.

Con cada lección, Emma fue mejorando poco a poco. Aprendió a tocar su primera canción: "Twinkle, Twinkle, Little Star". Su mamá y la señora Clara la aplaudieron.

"¡Lo lograste, Emma!" - dijo su mamá con lágrimas de felicidad en los ojos.

Pero Emma no se detuvo allí. Un día se enteró de un concurso de piano para niños en la ciudad.

"Quiero participar, mamá. Aunque no sea perfecta, es un gran paso" - le dijo Emma.

"Estoy tan orgullosa de ti, Emma. ¡Tú puedes!" - respondió su mamá.

Emma ensayó con mucho empeño y llegó el día del concurso. Se sentó nerviosa frente al piano y vio a muchas caritas conocidas entre el público. Así que respiró hondo y comenzó a tocar.

"Twinkle, Twinkle, Little Star..." - sonó su dulce melodía.

Cuando terminó, recibió aplausos y vítores. No ganó el primer lugar, pero sí un gran aplauso del público.

"¡Buen trabajo, Emma!" - gritó un niño de la primera fila.

Después del concurso, Emma se sintió llena de alegría.

"Me divirtió mucho tocar, no importa el resultado. ¡Quiero seguir aprendiendo!" - exclamó.

"Esa es la actitud, Emma! La música es para disfrutarla" - le dijo la señora Clara.

A lo largo del tiempo, Emma siguió aprendiendo más canciones. Siguió las enseñanzas de la señora Clara y nunca dejó de practicar.

Y así, aprendió que el verdadero éxito no solo era tocar bien, sino disfrutar el camino.

Emma invitó a sus amigos a casa un día y organizó un pequeño concierto.

"¡Hoy voy a ser tu pianista!" - dijo mientras se sentaba frente al piano.

Los niños rieron y aplaudieron mientras Emma tocaba y reía, compartiendo su talento y pasión por la música. Y cuando terminó, todos se pusieron de pie para aplaudir.

"¡Bravo, Emma!"

Emma ya no solo soñaba con tocar, ahora contagió a todos con su amor por la música.

"La música nos une y alegrará siempre nuestros corazones" - pensó.

Cada vez que alguien le decía que algo era difícil, Emma sonreía, y recordaba lo que su mamá y la señora Clara le enseñaron: nunca rendirse y disfrutar del viaje. Y así, Emma siguió tocando, siempre con una sonrisa, y llenando su mundo de melodías mágicas.

FIN.

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