Emma y la Escoba de los Sueños



Había una vez, en un pequeño y encantador pueblo rodeado de colinas verdes y flores de mil colores, una brujita llamada Emma. Emma no era una bruja cualquiera; era muy valiente y tenía un corazón lleno de sueños. Desde que era pequeña, siempre había visto a las brujas volar por los cielos en sus escobas, dejando un rastro de polvo de estrellas y risas.

Un día, mientras jugaba en el campo, decidió que era momento de tener su propia escoba. No cualquier escoba; quería la escoba más maravillosa del mundo para aprender a volar y explorar el cielo azul. Así que, emocionada, se dirigió al mercado de brujas. Era un lugar mágico, donde se vendían pociones burbujeantes, varitas chispeantes y, por supuesto, escobas de todo tipo.

Al llegar, Emma se sorprendió por la cantidad de escobas que había. Había escobas de colores, escobas con luces brillantes, escobas de madera reluciente, y una que otra que chillaban al volar. Sin embargo, una en particular atrajo su atención: era una escoba sencilla, de madera vieja, pero tenía un brillo especial.

- “¿Cuánto cuesta esta escoba? ” - preguntó Emma a la anciana que la vendía.

- “Es muy especial, querida. Te costará mucho valor y determinación para aprender a volar.” - respondió la anciana con una sonrisa sabia.

Emma sintió que el desafío la llenaba de energía. - “¡Estoy lista! Haré lo que sea necesario para volar.” - dijo con firmeza.

Pero, para su sorpresa, la anciana señaló el camino hacia dos montañas altísimas al fondo. - “Primero, debes ir allí y traerme una pluma de un ave mágica. Solo entonces la escoba estará lista para volar.” - explicó la anciana.

Sin pensarlo dos veces, Emma emprendió la aventura. Comenzó a caminar hacia las montañas, enfrentando desafíos por el camino. Al cruzar un río, encontró un puente roto.

- “¡Oh no! ¿Cómo voy a cruzar? ” - exclamó alarmada.

A lo lejos, vio a un pequeño duende que intentaba levantar una roca.

- “¿Necesitás ayuda? ” - le preguntó Emma.

- “Sí, me gustaría mover esta roca, pero es muy pesada.” - contestó el duende con una voz triste.

Emma sonrió y lo ayudó. Juntos empujaron hasta que la roca finalmente se movió, creando un camino para cruzar el río.

- “¡Gracias, brujita! Como agradecimiento, aquí tenés esto.” - dijo el duende, regalandole una pequeña piedra que brillaba.

Continuando su camino, Emma llegó a la montaña y se encontró con una mágica ave de plumaje brillante.

- “¡Hola, hermosa ave! Necesito una pluma para aprender a volar. ¿Podrías darme una? ” - le preguntó tímidamente.

La ave la miró con curiosidad y dijo:

- “Para conseguir una de mis plumas, debes mostrarme tu valentía. Esta noche habrá una tormenta. Ayuda a mis amigos animales a encontrar refugio.”

Sin dudar, Emma aceptó el reto. Cuando las nubes comenzaron a oscurecer el cielo, corrió por la montaña ayudando a los animales a encontrar un lugar seguro. Ella encontró a un conejo temeroso bajo un arbusto y le dijo:

- “¡Vamos, pequeño! Debes venir conmigo.”

- “Pero tengo miedo.” - respondió el conejo.

- “No estás solo, yo estoy contigo. ¡Vamos! ” - le dijo Emma, alentándolo a salir.

Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, todos encontraron refugio y protegidos de la tormenta, Emma se sintió orgullosa de su valentía. Con el último rayo de luz, la ave mágica apareció ante ella.

- “Has demostrado ser valiente y compasiva. Toma esta pluma.” - le dijo, dejando caer una brillante pluma en el suelo.

Emma la recogió con alegría y regresó al mercado de brujas.

- “Aquí está la pluma que necesitabas.” - dijo emocionada a la anciana.

- “Ahora, tu escoba está lista.” - dijo la anciana, girando su varita sobre la escoba.

En un instante, la escoba cobró vida, llenando el aire de risas. Emma, llena de determinación, pidió:

- “¡Quiero aprender a volar! ”

La escoba, respondiendo a su petición, la levantó suavemente en el aire. Al principio, Emma sintió un poco de nervios, pero rápidamente la emoción la invadió. Se mantenía en equilibrio y empezó a volar por el cielo, sintiendo la brisa suave en su rostro y riendo de felicidad.

Desde ese día, Emma no solo aprendió a volar, sino que se convirtió en una brujita valiente y generosa. Utilizaba su escoba mágica para ayudar a los demás, llevando sonrisas a todos en el pueblo, demostrando que la valentía y la bondad pueden llevarte a lugares inesperados. Y así, continuó su historia de aventuras, descubriendo nuevos horizontes en el cielo y en su corazón.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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