Emma y la fuente del parque



. Todos los días, su mamá la llevaba a jugar con sus amigos en el parque. Emma estaba muy emocionada por ir a la plaza todas las tardes.

Un día, cuando llegaron a la plaza, se encontraron con un perro grande y animal. Emma tenía miedo de los perros y no quería acercarse a él. Su mamá trató de tranquilizarla diciéndole que el perro era amigable y que no le haría daño.

-¿Quieres intentar acariciarlo? -preguntó su mamá. Emma asintió tímidamente y se acercó al perro despacio. El perro movió su cola felizmente mientras Emma lo acariciaba detrás de las orejas. -¡Mira, mamá! ¡Es muy suave! -exclamó Emma emocionada.

Desde ese día en adelante, Emma ya no tenía miedo de los perros en la plaza. Incluso empezó a pedirle permiso a sus dueños para acariciarlos. Pero un día, cuando llegaron a la plaza como siempre, notaron que algo raro estaba pasando.

La fuente del parque había sido vandalizada y estaba rota en pedazos. -Oh no -dijo la mamá de Emma-. Parece que alguien ha destrozado la fuente del parque.

Emma se sintió triste al ver lo ocurrido pero decidió hacer algo para ayudar. Recordó haber visto herramientas en casa de sus abuelos y le preguntó si podían llevarlas para arreglar la fuente del parque.

La mamá de Emma pensó que era una buena idea y juntos fueron al taller de carpintería donde trabajaban los abuelos de Emma. Con la ayuda de su abuelo, Emma aprendió a usar martillos y clavos para arreglar la fuente.

Después de unas horas, la fuente estaba como nueva gracias al trabajo duro de Emma y su abuelo. Los vecinos del parque les agradecieron por el esfuerzo que habían hecho. -¡Bien hecho, Emma! -dijo su mamá orgullosa-. Has demostrado que incluso los más pequeños pueden hacer una gran diferencia.

Emma sonrió felizmente mientras veía a sus amigos jugar en el agua de la fuente recién arreglada.

Desde ese día en adelante, cada vez que iban a la plaza, Emma se sentía aún más emocionada sabiendo que había ayudado a reparar algo importante para todos en el parque.

FIN.

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