Emma y la Puerta Mágica



Era un soleado día de primavera cuando Emma decidió explorar el jardín de su abuela, un lugar lleno de flores coloridas y árboles que parecían susurrar secretos. Mientras corría entre los arbustos, se detuvo al ver algo curioso: una pequeña puerta de madera cubierta de enredaderas.

- ¿Qué será esto? - murmuró Emma mientras se acercaba.

Con un poco de esfuerzo, logró abrirla y, para su sorpresa, la puerta daba a un mundo mágico lleno de criaturas fantásticas. Había hadas brillantes que volaban entre las flores, duendes que saltaban de una piedra a otra y un gigante de risas profundas que tenía el corazón de un niño.

- ¡Hola! - saludó una hada llamada Lila, revoloteando a su alrededor. - ¿Eres nueva por aquí?

- Sí, me llamo Emma. Este lugar es increíble. - respondió, sus ojos brillando de emoción.

Lila sonrió y la guió a través del bosque encantado. Juntas pasaron por un lago de aguas cristalinas donde los peces cantaban, e incluso se unieron a una fiesta de los duendes donde todos bailaban en círculos.

- ¡Esto es tan divertido! - exclamó Emma mientras reía y giraba junto a sus nuevos amigos.

Pero de repente, la diversión se tornó en preocupación. Un gran estruendo resonó, y un oscuro nublado cubrió el sol.

- ¡Oh no! - gritó un duende llamado Flin. - El Malvado Nigromante quiere robarse la luz del bosque.

Emma se sintió valiente y dijo:

- ¡No podemos dejar que eso pase! ¿Qué podemos hacer?

Los seres mágicos miraron a Emma con sorpresa. - ¿Tú harías algo para ayudar? - preguntó Lila.

- Sí, podemos trabajar juntos. - afirmó Emma, decidida.

Así que, armados con coraje y amistad, Emma y sus amigos se prepararon para enfrentarse al Nigromante. Crearon un plan para usar la luz y la alegría que compartían, con la esperanza de desvanecer su oscuridad.

Cuando se encontraron con el Nigromante, él los miró con desdén. - ¿Qué pueden hacer unos pocos divertidos en comparación con mi poder? - retó.

Emma se adelantó y dijo:

- No necesitamos un gran poder, solo la fuerza de nuestra amistad.

Con esas palabras, las criaturas del bosque se unieron a ella. Echaron a volar mariposas de colores, comenzaron a cantar melodías encantadoras y, sin darse cuenta, la luz comenzó a brillar más intensamente a su alrededor.

El Nigromante sintió el calor de la alegría y comenzó a desvanecerse, incapaz de soportar tanto amor y luz.

- ¡No puede ser! - bramó mientras desaparecía en la distancia.

El bosque volvió a cobrar vida, y el sol brilló de nuevo. Emma y sus amigos se abrazaron, celebrando su victoria.

- Nunca olvides lo que has aprendido hoy, Emma. La amistad y la alegría son las fuerzas más poderosas de todas - dijo Lila con una sonrisa.

Emma sonrió, sintiendo que había encontrado no solo un mundo mágico, sino también una importante lección. - ¡Prometo regresar! - gritó emocionada mientras se despedía de sus amigos y regresaba a casa por la puerta secreta.

Al volver a su jardín, Emma se sintió feliz y llena de energía, sabiendo que siempre habría un lugar donde la amistad brillara como la luz del sol. Desde ese día, cada vez que miraba hacia el jardín, se le iluminaba la cara al recordar su increíble aventura.

FIN.

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