Emociones Desbordadas
Había una vez una niña llamada Julieta, que tenía 18 meses y vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza. Julieta era una niña muy curiosa y siempre estaba explorando el mundo que la rodeaba con mucha alegría.
Un día, algo extraño comenzó a suceder en el pueblo. Las emociones de Julieta cobraron vida propia y salieron de su interior para manifestarse como seres mágicos.
La alegría se convirtió en un hada risueña que iluminaba todo a su paso, la tristeza se transformó en un duende melancólico que derramaba lágrimas por donde pasaba, la ira se convirtió en un dragón furioso que lanzaba fuego por la boca y el miedo se convirtió en un ratoncito tembloroso que buscaba refugio en cualquier rincón.
Julieta no sabía qué hacer con todas esas emociones descontroladas que ahora tenían forma física. Así que decidió emprender un viaje por el pueblo para buscar ayuda.
En su camino se encontró con Mateo, un niño mayor muy sabio que conocía todos los secretos del corazón humano. "Hola Julieta, veo que tus emociones han tomado vida propia. No te preocupes, puedo ayudarte a poner orden en tu interior", dijo Mateo con una sonrisa tranquilizadora.
Juntos idearon un plan para devolver cada emoción a su lugar correspondiente dentro del corazón de Julieta.
Primero atraparon al hada risueña de la alegría y la llevaron de vuelta a su hogar interno, luego capturaron al duende melancólico de la tristeza y lo guiaron hacia donde pertenecía. El verdadero desafío llegó cuando tuvieron que enfrentarse al dragón furioso de la ira y al ratoncito tembloroso del miedo.
Con valentía y determinación, Julieta logró controlar sus propias emociones negativas y encontrarles un lugar seguro dentro de sí misma. Al final del día, todas las emociones habían regresado a su sitio original gracias al esfuerzo conjunto de Julieta y Mateo.
La niña aprendió una importante lección sobre cómo manejar sus sentimientos y entender que todas las emociones son parte natural de la vida. Desde ese día, Julieta siguió creciendo feliz y equilibrada, sabiendo que podía contar con las herramientas necesarias para enfrentar cualquier desafío emocional que se presentara en su camino.
Y así, entre risas y lágrimas, abrazos cálidos y momentos difíciles, Julieta continuó descubriendo el maravilloso mundo de las emociones con valentía y amor en su corazón.
FIN.