Emociones en Amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos niñas llamadas Ariana y Matilda. Ariana era una niña muy especial, ya que no podía controlar sus emociones.

Si algo le hacía feliz, saltaba de alegría y reía sin parar. Pero si algo la entristecía o la enfadaba, lloraba desconsoladamente o se enfurecía sin razón aparente. Por otro lado, estaba Matilda, una niña tranquila y serena.

Ella siempre pensaba antes de actuar y podía controlar sus emociones. Era muy comprensiva con los demás y siempre estaba dispuesta a ayudar. Un día soleado en la escuelita del pueblo, las dos niñas se encontraron durante el recreo.

Ariana estaba jugando sola en un rincón mientras lloraba inconsolablemente por haberse tropezado. Matilda se acercó a ella preocupada y le preguntó:- ¿Qué te pasa, Ariana? ¿Por qué estás tan triste? Ariana sollozó mientras respondía:- Me caí y me lastimé la rodilla...

¡y duele mucho! Matilda sonrió amablemente y dijo:- No te preocupes, puedo ayudarte. Vamos a buscar a nuestra maestra para que te cure. Juntas fueron a buscar a su maestra, la señorita Laura.

Cuando llegaron al salón de clases, la señorita Laura notó inmediatamente las emociones abrumadoras de Ariana. - Hola chicas -dijo la señorita Laura-. ¿Cómo puedo ayudarlas? Matilda explicó lo ocurrido con calma mientras Ariana seguía sollozando.

La señorita Laura se agachó frente a Ariana y le preguntó con dulzura:- Ariana, entiendo que te duele mucho la rodilla, pero llorar no hará que el dolor desaparezca. ¿Qué tal si respiramos profundamente juntas y tratamos de calmarnos? Ariana asintió tímidamente mientras secaba sus lágrimas.

La señorita Laura les enseñó a ambas una técnica de respiración profunda para ayudarlas a relajarse en momentos de estrés o tristeza. Después de unos minutos practicando la técnica, Ariana comenzó a sentirse más tranquila.

Sus sollozos se convirtieron en suspiros suaves y finalmente pudo sonreír un poco. - ¡Ves, Ariana! -dijo Matilda emocionada-. Puedes aprender a controlar tus emociones como yo lo hago. Ariana miró a Matilda con gratitud y dijo:- Gracias por estar aquí para mí, Matilda.

Me siento mejor ahora. Desde ese día, Ariana y Matilda se volvieron inseparables. Juntas aprendieron sobre diferentes emociones y cómo manejarlas adecuadamente.

La señorita Laura también les enseñó técnicas adicionales para expresar sus sentimientos de manera saludable, como hablar sobre lo que las molestaba o escribir en un diario. Con el tiempo, Ariana fue capaz de controlar más sus emociones gracias al apoyo constante de Matilda y la guía amorosa de su maestra.

Aprendió que no tenía que dejar que sus emociones la dominaran; podía elegir cómo reaccionar ante ellas. La amistad entre Ariana y Matilda se fortaleció cada día, y juntas demostraron que el amor y la comprensión pueden ayudar a superar cualquier desafío.

Ambas niñas aprendieron una valiosa lección: que todos tenemos emociones, pero es cómo las manejamos lo que realmente importa.

Y así, con su amistad como guía, Ariana y Matilda siguieron creciendo juntas, convirtiéndose en dos niñas fuertes e inspiradoras que siempre recordarán la importancia de controlar sus emociones.

FIN.

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