Emociones en armonía



En un lejano desierto, vivía una momia muy especial. A diferencia de las demás momias que eran grises y polvorientas, esta momia era de muchos colores brillantes.

Tenía tonos de azul, verde, rojo y amarillo que resplandecían bajo el sol del desierto. Además, a pesar de tener miles de años, la momia tenía la sabiduría y la paciencia de un anciano. Un día, una nave espacial aterrizó cerca del desierto y unos niños curiosos bajaron a explorar.

Al principio tuvieron miedo al ver a la momia multicolor, pero pronto se dieron cuenta de que era amigable y simpática. "¡Hola! Soy la momia multicolor", dijo la momia con una sonrisa en su rostro arrugado.

Los niños se acercaron con cautela y empezaron a hacerle preguntas sobre su historia. La momia les contó cómo había adquirido sus colores mágicos gracias a un hechizo antiguo que le había dado cualidades especiales.

"¿Puedes enseñarnos ese hechizo?", preguntó uno de los niños emocionados. La momia asintió con calma y les explicó que el secreto estaba en aceptar y valorar todas las emociones que uno siente en su interior.

Les dijo que cada emoción tenía un color asociado y que aprender a reconocerlas podía traerles paz y felicidad. Los niños quedaron maravillados por las palabras de la momia multicolor e inmediatamente quisieron aprender más sobre las emociones. Decidieron llevarla a su colegio para mostrarla a sus compañeros.

Al llegar al colegio, todos los niños se sorprendieron al ver a la colorida momia acompañada por sus amigos humanos. La directora del colegio decidió organizar una clase especial sobre emociones donde la momia sería la invitada especial.

La momia les habló a todos los niños sobre cómo identificar sus emociones y cómo darles el espacio necesario para expresarse sin juzgarlas.

Les enseñó que todas las emociones eran importantes: desde la alegría hasta la tristeza pasando por el miedo o la ira. Los días pasaron volando mientras la Momia Multicolor compartía su sabiduría con los niños del colegio.

Juntos aprendieron a aceptar sus propias emociones y las de los demás, creando un ambiente lleno de comprensión y respeto en el colegio.

Una tarde, los niños decidieron llevar a la Momia Multicolor a conocer algo nuevo: ¡una playa! La arena dorada reflejaba los colores brillantes de la Momia mientras disfrutaban juntos del sonido relajante de las olas rompiendo en la orilla. "Gracias por enseñarnos tanto", dijeron los niños con gratitud en sus corazones.

La Momia Multicolor sonrió felizmente, sintiéndose plena al haber compartido su sabiduría con aquellos pequeños curiosos que ahora entendían mejor el valor de las emociones en sus vidas. Y así fue como una simple visita al desierto se convirtió en una aventura llena de aprendizaje, amor y colores para toda esa comunidad escolar tan especial.

FIN.

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