En busca de la alegría en el bosque encantado


En un hermoso bosque rodeado de árboles altos y frondosos, vivían Alexia y Aimée junto a sus padres. Cada día, las niñas salían al bosque para recolectar flores de colores brillantes que adornaban su hogar.

Un día soleado, mientras caminaban por el sendero del bosque, se encontraron con un hombre extraño. Tenía una larga barba blanca y llevaba puesto un sombrero puntiagudo. El hombre parecía cansado y triste. -¡Hola! ¿Quién eres? -preguntó curiosa Alexia.

El hombre levantó la mirada y sonrió débilmente. - Soy el señor Sabio, viajero solitario en busca de respuestas a mis preguntas más profundas. Aimée se acercó al señor Sabio con curiosidad.

- ¿Qué tipo de preguntas estás buscando responder? El señor Sabio suspiró. - Me pregunto cómo puedo encontrar la felicidad verdadera en mi vida. He recorrido muchos lugares buscando respuestas, pero aún no las he encontrado. Las niñas intercambiaron miradas llenas de determinación.

Querían ayudar al señor Sabio a encontrar la felicidad que tanto anhelaba. Juntos, decidieron emprender una aventura para buscar las respuestas que él tanto buscaba. Caminaron durante días por el espeso bosque hasta llegar a una cascada mágica escondida entre los árboles.

El sonido del agua cayendo era relajante y llenaba el aire con energía positiva. -¡Aquí es donde encontraremos nuestras respuestas! -exclamó Alexia emocionada.

El señor Sabio se acercó a la cascada y cerró los ojos, dejando que el agua fresca le acariciara el rostro. Las niñas observaron con atención mientras él parecía sumergirse en sus pensamientos. De repente, una voz suave resonó en el aire. - La felicidad verdadera no se encuentra buscándola afuera, sino dentro de ti mismo.

-¡Eso es! -exclamó Aimée-. La felicidad está en nuestras acciones y en cómo tratamos a los demás.

Las niñas comprendieron que la clave para encontrar la felicidad era hacer cosas buenas por los demás y apreciar las pequeñas cosas de la vida. Le explicaron esto al señor Sabio y juntos reflexionaron sobre cómo podrían llevarlo a cabo. Decidieron regresar al pueblo cercano y ayudar a las personas necesitadas.

Plantaron flores en un parque abandonado, visitaron a los ancianos solitarios y compartieron sonrisas con todos aquellos que encontraban en su camino. Pronto, comenzaron a ver cómo sus acciones generaban alegría tanto para ellos como para quienes les rodeaban.

El señor Sabio aprendió una gran lección gracias a Alexia y Aimée: la verdadera felicidad se encuentra cuando compartimos amor y bondad con los demás. Agradecido por haber encontrado las respuestas que tanto buscaba, decidió quedarse junto a las niñas y ayudarlas siempre que pudiera.

Desde ese día, el bosque cobró vida con risas, amistad y flores más hermosas que nunca antes habían crecido allí. Alexia, Aimée y el señor Sabio se convirtieron en una familia, compartiendo su amor y sabiduría con todos los que encontraban en su camino.

Y así, gracias a su valentía y determinación, las niñas ayudaron a un hombre triste a encontrar la felicidad verdadera y juntos crearon un hogar lleno de amor y alegría.

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