En busca de la bondad



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Miguel. Miguel era un niño muy curioso y soñador, siempre buscando nuevas aventuras que lo llevaran a descubrir cosas maravillosas.

Un día, mientras paseaba por el bosque con su fiel perrito Pancho, Miguel se detuvo y miró al cielo. Pensativo, le preguntó a Pancho: "¿Sabes dónde está Dios? He escuchado que está en todas partes, pero no logro encontrarlo".

Pancho movió la cola y ladró felizmente, como si entendiera lo que Miguel decía. Juntos decidieron emprender una gran aventura para buscar a Dios. Así comenzaron su viaje por el pueblo, ayudando a los vecinos con sus tareas diarias, compartiendo sonrisas y alegría por donde pasaban.

Miguel y Pancho se convirtieron en héroes locales, conocidos por su bondad y generosidad. Un día, mientras descansaban bajo la sombra de un árbol, Miguel suspiró y dijo: "Pancho, ¿crees que encontraremos a Dios algún día?".

En ese momento, una voz suave resonó a su alrededor: "Ya me has encontrado". Miguel y Pancho se sobresaltaron y miraron a su alrededor. Fue entonces cuando vieron a un anciano sonriente parado frente a ellos.

El anciano les explicó: "Dios no solo está en los cielos o en lugares lejanos; también reside en cada acto de amor y bondad que realizan".

Miguel abrazó al anciano emocionado: "¡Gracias por enseñarnos esto! Ahora entiendo que Dios estaba con nosotros todo este tiempo". Pancho saltaba de alegría alrededor de ellos, demostrando su felicidad. Desde ese día, Miguel siguió siendo un niño curioso y soñador; pero ahora sabía que la verdadera magia estaba en compartir amor y bondad con los demás.

Y así continuaron viviendo aventuras juntos, recordando siempre que Dios estaba presente en cada gesto de amabilidad que realizaban. Y colorín colorado, este cuento ha terminado. Que la bondad guíe tu camino, y encontrarás a Dios en cada destino.

FIN.

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