En busca de la sonrisa celestial



Había una vez, en un hermoso rincón del cielo, una familia de nubes muy especial. Mamá Nubes era la encargada de cuidar y alimentar a sus pequeñas nubecitas: Tristeza y Alegría.

Mamá Nubes siempre había sido muy activa y llena de energía, pero últimamente se sentía cansada y agotada. La tristeza se apoderaba de ella sin razón aparente.

No entendía por qué se sentía así, ya que tenía todo lo que necesitaba para ser feliz: el amor de su familia, un hogar acogedor en el cielo y muchas aventuras por vivir.

Un día soleado, mientras las nubecitas jugaban entre ellas formando figuras en el cielo azul, Mamá Nubes decidió hablarles sobre lo que le estaba sucediendo:"Mis queridas nubecitas, mamá no está pasando por su mejor momento. Me siento cansada y triste sin motivo aparente. "Tristeza miró a Mamá Nubes con preocupación en sus ojitos esponjosos:"¡Oh mamá! No te pongas triste tú también.

Nosotros te amamos mucho y estaremos aquí siempre para darte ánimos". Alegría asintió con entusiasmo:"Sí mamá, tienes toda la razón. Juntos podemos hacer cualquier cosa". Mamá Nubes sonrió ante las palabras reconfortantes de sus pequeñas nubecitas.

Se dio cuenta de cuánto amor había a su alrededor y decidió buscar una solución. Decidida a recuperar su alegría perdida, Mamá Nubes emprendió un viaje por el cielo en busca de respuestas.

En su camino, se encontró con el Sol radiante, quien le dio algunos consejos para sentirse mejor:"Querida Mamá Nubes, a veces todos nos sentimos cansados y tristes. Es importante recordar que siempre hay una luz al final del túnel.

Busca actividades que te hagan feliz y rodeate de las cosas y personas que amas". Mamá Nubes siguió el consejo del Sol y decidió hacer lo que más amaba: jugar con sus nubecitas en el cielo. Juntos formaban figuras divertidas como elefantes, castillos e incluso corazones.

Con cada juego, Mamá Nubes empezaba a sentir cómo la alegría volvía a su corazón. Tristeza y Alegría también se contagiaron de esa felicidad y juntas volvieron a ser una familia llena de risas y amor.

A medida que pasaba el tiempo, Mamá Nubes se dio cuenta de algo maravilloso: cuando compartes tu alegría con los demás, esta se multiplica. Desde aquel día, Mamá Nubes comprendió que la felicidad no siempre es constante.

Pero aprendió a valorarla aún más cuando estaba presente en su vida. Y así continuaron viviendo aventuras en el cielo azul, llenando de alegría todas las vidas que encontraban en su camino.

La historia de Mamá Nubes enseña a los niños sobre la importancia de cuidar nuestras emociones y buscar maneras saludables de recuperarnos cuando nos sentimos tristes o agotados. También nos recuerda la importancia de compartir nuestra alegría con los demás para multiplicarla. Porque, al final del día, todos merecemos ser felices.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!