En busca de planetas perdidos


En un pequeño pueblo de Argentina, vivían dos hermanos llamados Sofía y Mateo. Les encantaba mirar las estrellas por la noche y soñar con viajar al espacio en un cohete.

Un día, mientras jugaban en el patio trasero de su casa, vieron a lo lejos a un astronauta caminando hacia ellos. - ¡Hola niños! Soy el astronauta Martín y necesito su ayuda -dijo el astronauta con una sonrisa amable.

Sofía y Mateo se miraron emocionados y asintieron con entusiasmo. - ¿Qué podemos hacer por ti, Martín? -preguntó Mateo curioso. - Necesito encontrar los planetas del sistema solar que se han perdido. Me temo que sin ellos, el equilibrio del universo está en peligro -explicó Martín preocupado.

Los niños no lo pensaron dos veces y decidieron ayudar al astronauta en esta importante misión. Subieron al cohete espacial que había aterrizado en el jardín y despegaron hacia lo desconocido.

Durante su viaje, visitaron distintos planetas como Júpiter, Saturno y Marte; cada uno con paisajes increíbles y misterios por descubrir. - ¡Miren chicos! Ahí está Mercurio, es tan pequeño pero tan valioso para nuestro sistema solar -exclamó Martín señalando al planeta más cercano al sol.

Sofía observaba maravillada mientras Mateo tomaba notas en su libreta de apuntes para recordar todo lo que veían en su aventura espacial. De repente, una nave alienígena apareció frente a ellos bloqueando su camino.

- ¡No podrán seguir adelante si no responden correctamente a mi acertijo! -dijo el extraterrestre misterioso con voz grave. Los niños se miraron nerviosos pero decididos a resolver el acertijo para continuar con su misión.

Tras pensar detenidamente, dieron la respuesta correcta y la nave alienígena desapareció dejando paso libre hacia Neptuno, el último planeta perdido del sistema solar. Finalmente llegaron a Neptuno donde encontraron al planeta triste y solitario. Lo rodearon de amor y cariño para devolverle la alegría perdida.

Con lágrimas de emoción, Neptuno les dio las gracias prometiendo volver a ocupar su lugar junto al resto de los planetas. De regreso a casa, Sofía, Mateo y Martín fueron recibidos como héroes por todo el pueblo.

La gente aplaudía emocionada mientras los niños contaban sus increíbles aventuras por el espacio. Esa noche, mirando las estrellas desde su ventana, Sofía susurró:- Gracias por enseñarnos que juntos podemos lograr cosas maravillosas incluso en lugares tan lejanos como el espacio exterior.

Y así fue como los hermanos aprendieron que la amistad, la valentía y la solidaridad pueden llevarnos más allá de nuestros sueños más grandes hasta alcanzar las estrellas mismas.

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