En busca de un hogar



Pipo era un perrito callejero que vivía en la gran ciudad. A pesar de su pelaje desaliñado y su patita coja, siempre mantenía la cola en movimiento y su mirada llena de esperanza.

Un día, Pipo se encontró con un grupo de niños en el parque. Ellos jugaban felices, pero al ver a Pipo triste y solitario, decidieron acercarse. - ¿Qué te pasa, amiguito? - preguntó Valentina, la niña más curiosa del grupo.

- Estoy buscando un hogar donde me den cariño y cuidados, - respondió Pipo con voz temblorosa. Los niños se compadecieron de él y prometieron ayudarlo. Juntos, idearon un plan para encontrarle un hogar.

Decidieron repartir volantes por toda la ciudad, con la foto de Pipo y un mensaje conmovedor. La noticia corrió como reguero de pólvora y la gente comenzó a interesarse en él. Muchas familias lo visitaron, pero Pipo aún no encontraba ese lugar que le hiciera sentir seguro y amado.

Hasta que un día, una pareja de ancianos llegó al refugio. Eran don Héctor y doña Marta, quienes habían perdido a su viejo perrito hacía poco tiempo. Al ver a Pipo, sus ojos brillaron de emoción. - Es el indicado, Martita.

Tiene esa mirada que solo los perritos callejeros tienen, - dijo don Héctor con lágrimas en los ojos. Sin dudarlo, decidieron adoptar a Pipo y llevarlo a su hogar.

Pipo finalmente encontró su lugar en el mundo, rodeado de amor, mimos y un gran patio para corretear. Los niños visitaban ocasionalmente a Pipo y cada vez que lo veían feliz en su nuevo hogar, sentían una gran alegría en sus corazones.

Pipo descubrió que a veces, el verdadero hogar puede estar donde menos lo esperas, y que la amistad y el cariño pueden llegar de formas inesperadas.

FIN.

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