En busca de un hogar dulce



Había una vez un dulce de leche muy especial, que vivía en una despensa junto a sus amigos la manteca y el pan. Los tres eran argentinos y se consideraban los mejores compañeros de merienda.

Un día, mientras disfrutaban de su deliciosa combinación, apareció Flancito, un postre nuevo en la ciudad. A pesar de ser muy diferente a ellos, Dulce de leche y sus amigos lo recibieron con los brazos abiertos.

"¡Hola amigos! ¿Qué están comiendo?", preguntó Flancito con curiosidad. "Estamos comiendo pan con dulce de leche y manteca. Es nuestra comida favorita", respondió Dulce de leche amablemente.

Flancito no sabía nada sobre esa combinación tan tradicional en Argentina, pero decidió probarla para ver si era tan buena como decían. Y para su sorpresa, ¡le encantó! A partir de ese momento, Flancito se convirtió en el nuevo integrante del grupo y comenzaron a compartir muchas aventuras juntos.

Descubrieron nuevos lugares donde comer y experimentaron con diferentes sabores. Sin embargo, un día todo cambió cuando llegó una noticia triste: el pan había sido comprado por otra familia y ya no estaría más con ellos. "¡Oh no! ¡Qué tristeza me da!", exclamó Manteca apenada.

"No te preocupes Manteca. Seguiremos siendo amigos aunque falte nuestro querido pan", consoló Dulce de leche intentando animarlos a todos.

Pero las cosas empeoraron aún más cuando descubrieron que también tendrían que despedirse pronto del hogar donde habían vivido por tanto tiempo. "¿Qué haremos ahora? ¿A dónde iremos?", preguntó Flancito preocupado. "Tenemos que buscar una solución juntos. Tal vez podamos encontrar un nuevo hogar donde vivir y seguir compartiendo nuestras meriendas", propuso Manteca con optimismo.

Así fue como los cuatro amigos comenzaron a buscar un lugar nuevo para vivir juntos. Caminaron por toda la ciudad, pero no encontraban nada que les gustara lo suficiente.

Estaban cansados y desanimados cuando de repente vieron una pequeña casa en el campo rodeada de árboles frutales y flores silvestres. "¡Miren esa casita! ¡Es perfecta para nosotros!", exclamó Dulce de leche emocionado. Los amigos se acercaron a la puerta y tocaron el timbre.

Una señora muy amable los recibió y al escuchar su historia, les permitió quedarse allí para siempre. La casa tenía todo lo que necesitaban: una cocina grande, un jardín hermoso y mucho espacio para jugar.

Desde ese día en adelante, Dulce de leche, Manteca, Pan (cuando estaba) y Flancito vivieron felices en su nueva casa en el campo. Compartían sus comidas todos los días mientras disfrutaban del aire fresco y las vistas increíbles del paisaje argentino.

Y así es como aprendieron que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo e incluso llevarlos a lugares maravillosos e inesperados.

FIN.

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