En busca del hogar perdido


Enzo el erizo era un pequeño y valiente animalito que vivía en el bosque de Espinas Felices.

Un día, mientras jugaba con sus amigos entre los árboles, recordó algo muy importante: ¡había perdido a su familia! Se acercó a sus amigos y les contó lo sucedido. "Chicos, necesito encontrar a mi familia. No sé qué hacer, ¿me ayudan?", preguntó Enzo con tristeza en sus ojos.

Sus amigos se miraron unos a otros y sin dudarlo un segundo, decidieron acompañarlo en esa aventura tan importante. Juntos emprendieron un viaje lleno de emocionantes desafíos y grandes aprendizajes. Caminaron por senderos desconocidos, cruzaron ríos caudalosos y subieron montañas altísimas.

En cada paso del camino, Enzo descubría nuevas habilidades que ni siquiera sabía que tenía. Aprendió a escuchar atentamente los sonidos del bosque para evitar peligros, a usar su aguijón con cuidado y sobre todo, a confiar en sí mismo y en sus amigos.

Una noche oscura y fría, mientras descansaban alrededor de una fogata improvisada, Enzo les dijo a sus amigos:"Gracias por estar siempre conmigo. Sin ustedes no habría llegado tan lejos".

"¡No hay de qué, Enzo! Los verdaderos amigos están para apoyarse en todo momento", respondieron sus compañeros con cariño. Al día siguiente, después de muchas aventuras más, finalmente encontraron la pista que tanto buscaban: unas marcas en un árbol que indicaban el camino hacia la familia de Enzo.

El corazón del erizo latía fuerte de emoción mientras seguían esas marcas con determinación.

Y entonces, al doblar la última curva del camino, vio frente a él a su querida familia: papá erizo, mamá eriza y todos sus hermanitos esperándolo con los brazos abiertos. Lágrimas de felicidad brotaron de los ojos de Enzo al reunirse nuevamente con los seres que más amaba en el mundo.

"¡Hijo querido! ¡Qué alegría verte sano y salvo!", exclamó mamá eriza mientras lo abrazaba tiernamente. "Gracias por nunca rendirte e ir en nuestra búsqueda", agregó papá erizo orgulloso.

Desde ese día, Enzo supo que no importa cuán difícil sea el camino o cuántos obstáculos se presenten; siempre habrá una luz al final del túnel si uno tiene fe en sí mismo y cuenta con el apoyo incondicional de quienes lo rodean. Y así vivió feliz junto a su familia para siempre jamás.

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