En busca del hogar perdido



Había salido a pasear por el parque en una hermosa tarde de primavera. El sol brillaba en lo alto y las flores desprendían su dulce aroma en el aire.

Estaba disfrutando de la paz y la tranquilidad del lugar cuando, de repente, un fuerte sonido me hizo girar de golpe.

Al darme vuelta, mis ojos se abrieron como platos al ver lo que estaba frente a mí: ¡un elefante! Sí, un elefante enorme estaba parado justo detrás mío, con sus orejas grandes y su trompa curiosa moviéndose de un lado a otro. No podía creer lo que veía, ¿cómo había llegado un elefante hasta aquí? -¡Hola! -dijo el elefante con voz amable-.

Soy Elías, ¿cómo estás? Yo estaba tan sorprendido que apenas podía articular palabra. Pero Elías parecía muy simpático y tranquilo, así que decidí responderle. -¡Hola Elías! Soy Martín, estoy sorprendido de verte aquí.

¿Cómo llegaste hasta este parque? Elías explicó que había escapado de un circo donde no lo trataban bien y había decidido buscar un lugar mejor para vivir. Al escuchar su historia, sentí mucha pena por él y decidí ayudarlo.

Juntos ideamos un plan para llevarlo a una reserva natural donde estaría seguro y feliz. Fue toda una aventura conseguir un camión grande para transportarlo sin levantar sospechas, pero finalmente lo logramos.

Cuando llegamos a la reserva natural, Elías se emocionó al ver a otros elefantes y poder corretear libremente por la extensa pradera. Me miró con gratitud en sus ojos y dijo:-Gracias Martín por ayudarme a encontrar mi hogar. Nunca olvidaré tu bondad.

Me despedí de Elías con una sonrisa en el rostro, sintiéndome feliz de haber hecho algo bueno por él.

A partir de ese día, cada vez que pasaba por ese parque recordaba la increíble aventura que viví junto al elefante Elías, aprendiendo que siempre podemos hacer la diferencia si extendemos nuestra mano amiga hacia quienes más lo necesitan.

FIN.

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