En busca del sol


Había una vez un pequeño niño llamado Samael, quien era conocido en su barrio como el "niño estrella de luz". Samael siempre tenía una sonrisa en su rostro y sus ojos brillaban como luceros.

Vivía con su abuela en una casita pintoresca al lado de un hermoso jardín. Un día, mientras Samael jugaba en el jardín, notó que las flores no estaban tan coloridas como siempre.

Se acercó a ellas y les preguntó: "¿Qué les pasa, florecitas? ¿Por qué están tristes?"Las flores respondieron con voz débil: "Nos falta la luz del sol, Samael. Sin ella, nos sentimos apagadas y sin energía. "Samael se entristeció al verlas así y decidió ayudarlas.

Corrió hacia su abuela y le pidió que lo llevara a buscar al sol para iluminar las flores. Caminaron por el bosque hasta llegar a un claro donde encontraron a Solange, la hada del sol.

Samael le explicó la situación de las flores y le pidió ayuda. Solange sonrió y dijo: "Claro que puedo ayudarte, pero primero debes superar tres pruebas para demostrar tu valentía". Samael aceptó el desafío con entusiasmo y comenzaron las pruebas.

La primera consistía en cruzar un río lleno de piedras resbaladizas. Con mucho cuidado y equilibrio logró pasar sin caerse. La segunda prueba fue escalar una montaña muy alta. A pesar del cansancio, Samael no se rindió y con determinación llegó a la cima.

La tercera prueba era encontrar una llave mágica que abriría la puerta al sol. Samael buscó por todas partes hasta que, finalmente, encontró la llave escondida en un árbol hueco.

Con la llave en mano, Samael y Solange regresaron al jardín de su abuela. Usaron la llave para abrir una pequeña puerta dorada que llevaba directamente al sol.

Cuando el sol salió a través de esa puerta dorada, las flores del jardín empezaron a brillar con más intensidad que nunca. Sus pétalos se llenaron de colores vibrantes y se erguieron orgullosas. Samael sonrió satisfecho al ver cómo su ayuda había hecho feliz a las flores.

Desde ese día en adelante, el niño estrella de luz fue conocido no solo en su barrio, sino en todo el mundo mágico como un verdadero héroe. Las flores siempre lo recordaban como su salvador y cada vez que Samael pasaba por ellas, le enviaban destellos de luz y alegría.

Y así, gracias a su valentía y bondad, Samael iluminó no solo las vidas de las flores, sino también los corazones de todos aquellos que tuvieron la fortuna de conocerlo. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

Espero hayas disfrutado, y aprendido algo valioso.

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