En busca del tesoro de la amistad



Había una vez un perro llamado Yango, que tenía la increíble habilidad de hablar. Vivía en un pequeño pueblo en Argentina y siempre había soñado con aventurarse más allá de sus fronteras y descubrir tesoros ocultos en tierras lejanas.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Yango encontró un viejo mapa del tesoro. Estaba lleno de símbolos extraños y señales misteriosas que indicaban la ubicación de un tesoro perdido en otro país.

Sin pensarlo dos veces, Yango decidió emprender su gran aventura. "-¡Amigos! ¡He encontrado un mapa del tesoro!", exclamó Yango emocionado al llegar al pueblo. "-¿Quieren ayudarme a encontrarlo?"Los animales del pueblo se reunieron intrigados por la propuesta de Yango.

Había gatos, conejos, pájaros y hasta una tortuga muy sabia llamada Donatello. Juntos formaron un equipo decidido a acompañar a Yango en su búsqueda del tesoro.

Y así comenzaron su viaje hacia el país desconocido señalado en el mapa. Caminaron durante días bajo el sol abrasador y las noches estrelladas, enfrentando innumerables desafíos y superando obstáculos difíciles. En cada etapa del camino, los animales aprendieron valiosas lecciones sobre trabajo en equipo, perseverancia y amistad.

Descubrieron que cada uno tenía habilidades únicas que podían aprovechar para ayudarse mutuamente. Un día llegaron a una montaña alta e imponente donde se suponía estaba enterrado el tesoro. Pero para llegar a él, tenían que resolver un acertijo complicado.

"-Escuchen atentamente", dijo Yango mientras leía el acertijo en voz alta. "-Cuando el sol esté en su punto más alto, busca la sombra de una roca y allí encontrarás lo que buscas".

Los animales se dispersaron por la montaña, buscando la sombra perfecta. Fue Donatello quien finalmente encontró un pequeño hueco detrás de una enorme roca donde brillaba algo dorado. "-¡Lo encontramos!", gritó Donatello emocionado.

Al desenterrar el tesoro, los animales descubrieron que no era oro ni joyas preciosas, sino una caja llena de libros. Cada libro estaba lleno de historias y conocimientos valiosos sobre diferentes culturas y países.

Se dieron cuenta de que el verdadero tesoro no era material, sino el poder del conocimiento y la amistad. Aprendieron sobre las costumbres y tradiciones de otros lugares, ampliaron sus horizontes y se convirtieron en ciudadanos globales. Con sus mochilas llenas de libros, regresaron a su pueblo con alegría y gratitud por la increíble aventura vivida.

Compartieron sus experiencias con los demás animales del lugar e inspiraron a muchos a seguir sus sueños más allá de lo conocido. A partir de ese día, Yango se convirtió en un perro muy querido en su pueblo.

Siempre recordarían su valentía al emprender esa gran búsqueda del tesoro en otro país. Y aunque no encontraran riquezas materiales, habían encontrado algo mucho más valioso: el amor por la aventura y el conocimiento.

FIN.

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