En busca del tesoro escondido



Había una vez, en un lejano valle, un dinosaurio llamado Dino. Dino era un dinosaurio muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras que vivir.

Un día, mientras caminaba por el valle, escuchó a unos pájaros hablar sobre algo maravilloso: ¡un arco iris! Dino se emocionó mucho al escuchar sobre el arco iris. Había oído hablar de ellos pero nunca había tenido la oportunidad de ver uno en persona.

Desde ese momento, decidió que haría todo lo posible para encontrarlo. Dino comenzó su búsqueda preguntando a todos los animales del valle si habían visto un arco iris alguna vez. Pero nadie parecía saber exactamente qué era eso.

Algunos le dijeron que era solo una leyenda, otros pensaban que solo existía en cuentos de hadas. Desanimado pero decidido, Dino continuó su búsqueda por sí mismo.

Se subió a las montañas más altas y trepó los árboles más altos con la esperanza de tener una mejor vista del horizonte. Pasaron los días y las noches sin éxito. Un día, mientras exploraba una cueva oscura cerca del río, Dino encontró a un viejo ermitaño llamado Don Tito.

Don Tito había vivido allí durante muchos años y conocía todos los secretos del valle. Dino se acercó con cautela al anciano y le preguntó: "Disculpe señor ¿ha visto alguna vez un arco iris?"Don Tito miró fijamente a Dino con sus sabios ojos y sonrió.

"¡Claro que sí!", respondió. "Los arco iris son hermosos y llenan el cielo con colores brillantes. Pero para ver uno, debes aprender a mirar más allá de lo que tus ojos pueden ver".

Dino estaba confundido pero intrigado por las palabras del anciano. Don Tito explicó que los arco iris solo aparecen después de la lluvia, cuando el sol brilla en gotas de agua suspendidas en el aire.

"Entonces, ¿cómo puedo ver un arco iris si no puedo volar hasta las nubes?"- preguntó Dino. El ermitaño rió suavemente y le dijo: "No necesitas volar tan alto, querido Dino. Solo necesitas encontrar la forma correcta de mirar".

Don Tito enseñó a Dino cómo hacer una lámpara especial con un frasco lleno de agua y un espejo pequeño. Le explicó que cuando la luz del sol atraviesa el agua y se refleja en el espejo, puede crear algo similar a un arco iris.

Dino siguió cuidadosamente las instrucciones del ermitaño y construyó su propia lámpara mágica. Emocionado, salió corriendo por todo el valle buscando lugares donde pudiera probarla.

Finalmente, encontró un claro soleado cerca de una cascada donde podía colocar su lámpara mágica sobre una roca plana. El sol brillaba fuerte ese día y Dino sabía que era su oportunidad perfecta para encontrar su tan ansiado arco iris.

Cuando encendió la lámpara mágica, quedó maravillado al ver cómo los colores danzaban alrededor de él. Los árboles y las flores se llenaron de tonos brillantes, y el agua de la cascada parecía un arco iris hecho realidad. Dino estaba tan emocionado que comenzó a saltar y bailar alrededor del claro.

Había encontrado su propio arco iris, aunque no era uno en el cielo, era igual de hermoso. Desde ese día, Dino llevaba su lámpara mágica a todas partes y compartía su descubrimiento con otros animales del valle.

Todos estaban encantados por los colores mágicos que podían ver gracias a la lámpara.

Así, Dino aprendió una valiosa lección: no siempre podemos encontrar lo que buscamos exactamente como lo imaginamos, pero si seguimos buscando y abrimos nuestra mente a nuevas posibilidades, encontraremos belleza en lugares inesperados. Y así fue como Dino vivió felizmente en el valle junto a sus amigos, disfrutando de los colores mágicos que encontró en su propia lámpara mágica.

Y aunque nunca vio un arco iris en el cielo, siempre recordaría aquellos maravillosos momentos llenos de color.

FIN.

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