Encuentro en el bosque



Lola estaba jugando en el bosque, saltando de un lado a otro entre los árboles y riendo a carcajadas. De repente, detrás de un arbusto, vio algo brillante y verde.

Se acercó con curiosidad y descubrió a un pequeño alienígena con ojos grandes y brillantes. - ¡Hola! -exclamó Lola sorprendida. El alienígena la miró con asombro y comenzó a hacerle preguntas señalando las diferentes partes de su rostro.

- ¿Qué es esto en tu cara? -preguntó el alienígena señalando la nariz de Lola. - Eso es mi nariz, me sirve para oler las flores del jardín y el pan recién horneado -respondió Lola con una sonrisa.

El alienígena continuó explorando: - ¿Y esto en tus orejas? - Son mis orejas, me ayudan a escuchar el canto de los pájaros por la mañana y la risa de mis amigos -explicó Lola emocionada por compartir sus conocimientos con su nuevo amigo extraterrestre.

Asombrado, el alienígena siguió haciendo preguntas sobre cada parte del cuerpo de Lola, desde sus ojos hasta sus pies. A medida que avanzaba la tarde, ambos se divertían aprendiendo juntos sobre las maravillas del cuerpo humano y las capacidades únicas que cada parte ofrecía.

De repente, mientras estaban inmersos en una conversación animada sobre los dedos de los pies, escucharon un ruido proveniente del cielo. Levantaron la vista y vieron una nave espacial descendiendo lentamente hacia ellos.

El alienígena dio un salto emocionado al reconocer a su familia dentro de la nave. - ¡Debo irme! Mi familia me está buscando -dijo el alienígena apresuradamente. Lola sintió un pellizco en el corazón al darse cuenta de que su nuevo amigo debía regresar a casa.

Sin embargo, sabía que siempre tendría un lugar especial en su corazón como aquel extraterrestre curioso que le enseñó tanto en tan poco tiempo.

Antes de partir, el alienígena le dio las gracias a Lola por haber sido tan amable y paciente al explicarle todo sobre su cuerpo. Prometieron recordar ese día para siempre y se despidieron con abrazos llenos de cariño.

Mientras veía cómo la nave espacial se alejaba en el cielo estrellado, Lola sonrió sabiendo que había hecho un amigo único e inolvidable. Y aunque extrañaría al pequeño extraterrestre verde, guardaba consigo la certeza de que siempre habría más aventuras esperándola más allá de los límites terrestres.

FIN.

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