Enoch y la Madre Imaginaria



En un pequeño y colorido vecindario, vivía una niña llamada Enoch. Tenía una gran imaginación que la llevaba a crear mundos fantásticos y personajes extraordinarios. Sin embargo, había algo inusual en su vida: tenía una madre imaginaria a la que llamaba Lila. Lila era la mejor amiga de Enoch, siempre estaba a su lado, y juntas compartían aventuras increíbles.

Un día, mientras Enoch jugaba en el jardín, Lila le susurró con una voz suave:

"¡Vamos a un lugar mágico hoy, Enoch!"

Curiosa, Enoch la siguió, pero no fue a un jardín de flores o a un bosque encantado, sino a un oscuro rincón de su imaginación donde la luz apenas llegaba.

"¿Dónde estamos?" preguntó Enoch con un poco de miedo.

"Es solo un pequeño secreto entre nosotras, querida. Aquí todo es posible. Pero hay cosas que no debes saber..."

Enoch sintió un escalofrío y decidió que era el momento de volver. Pero Lila se interpuso en su camino, sonriendo de una manera inquietante.

"¿A dónde vas tan rápido? Aún no hemos empezado la verdadera diversión..."

Enoch, con valentía, dio un paso atrás. "Esta no es mi idea de diversión. Quiero volver a casa."

Fue en ese momento que Enoch comenzó a darse cuenta de que Lila no era simplemente una madre imaginaria, sino algo mucho más oscuro. Con cada palabra, la figura de Lila se tornaba más sombría y sus ojos brillaban con un destello inusual.

"No puedes irte, Enoch. Te necesito aquí conmigo. ¡Te prometo que conocerás todos mis secretos!"

Pero Enoch recordó los momentos felices que había vivido antes de este encuentro, y pensó en sus verdaderos amigos, en su familia y en la calidez del sol.

"Eso no es lo que quiero. Mi verdadera felicidad está con las cosas que amo, no aquí. ¡Voy a encontrar el camino de regreso!"

Con mucho esfuerzo, Enoch cerró los ojos e imaginó el rostro de su madre real, la risa de sus amigos, y el brillo de un cielo despejado. Mientras lo hacía, sintió que algo dentro de ella cobraba fuerza; un coraje que no sabía que tenía.

Lila se enfureció al ver que Enoch estaba cambiando su mente.

"Eres solo una niña, no entiendes el poder que podrías tener aquí. ¿Por qué preferirías volver a una vida aburrida?"

"Porque es mi vida. Y el aburrimiento no es la falta de magia; es encontrar la belleza en lo cotidiano. Detrás de cada hoja, hay un cuento por descubrir. ¡Déjame ir!"

Enoch comenzó a caminar, desafiando las sombras que la rodeaban. Con el corazón latiendo fuerte, dio un paso tras otro, guiándose por la luz que empezaba a surgir de su interior. Lila intentó atraparla, pero mientras más lejos se alejaba, más se debilitaba la figura oscura.

Finalmente, Enoch dio un gran salto y, en un instante de claridad, se encontró nuevamente en su jardín, donde el sol brillaba y las flores danzaban al viento, como si celebraran su regreso.

Desde ese día, Enoch aprendió a distinguir entre su imaginación y lo que podía ser dañino. "Nunca más dejaré que mi imaginación me lleve a lugares oscuros", se prometió.

De vez en cuando, aún recordaba a Lila, pero en lugar de miedo sentía compasión por la criatura que había intentado seducirla. Así, la historia de una madre imaginaria se convirtió en una lección sobre el valor de la alegría real y los peligros de dejarse llevar por sombras que parecen mágicas, pero solo buscan atraparnos.

Ahora, Enoch pinta su mundo con colores brillantes, comparte sus sueños con los amigos que realmente sabe que la quieren, y, sobre todo, nunca deja de explorar su rica e inspiradora imaginación, pero siempre a la luz del sol.

FIN.

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