Ensalada de emociones



Había una vez en el fondo de una verdulería, una gran y colorida ensalada de frutas y verduras.

Cada ingrediente de la ensalada representaba una emoción: la jugosa naranja era la alegría, el picante pimiento rojo era el enfado, la tierna lechuga era la tristeza, el dulce tomate era la emoción, y la crujiente zanahoria era la sorpresa. Estos ingredientes convivían juntos en un gran bol de ensalada, donde experimentaban y compartían sus diferentes emociones.

Un día, la ensaladera fue llevada a una fiesta, donde cada uno de los ingredientes observó cómo los demás platos eran admirados por su sabor único. "¡Miren ese delicioso postre de frutas, qué hermoso!" exclamó la naranja, sintiéndose un poco envidiosa.

El pimiento rojo, al que siempre le gustaba poner picante a todo, se puso furioso al ver que nadie probaba un guiso en el que él había participado. "Ni siquiera me han dado una oportunidad", murmuró.

La lechuga, que siempre había sido un poco tímida, se sintió triste al ver que nadie se acercaba a su rincón del plato. "Nunca lograré destacar", pensó.

El tomate, siempre dispuesto a experimentar, se sintió emocionado al probar diferentes sabores, pero al mismo tiempo ansioso por no saber qué esperar. Y la zanahoria, acostumbrada a sorprender con su crujido, se sintió un poco desplazada al ver que los demás ingredientes eran el centro de atención.

De repente, la ensalada de emociones se dio cuenta de que sus ingredientes estaban sumidos en una gran confusión emocional. Decidieron hablar entre ellos y expresar cómo se sentían. Al escucharse mutuamente, entendieron que cada uno de ellos era especial a su manera.

La naranja era la alegría que iluminaba los días grises, el pimiento rojo era la chispa que daba energía, la lechuga era la sensibilidad que conectaba a los demás, el tomate era la emoción de descubrir, y la zanahoria era la sorpresa que hacía que cada bocado fuera emocionante.

Juntos, abrazaron sus diferencias y comprendieron que esa era la magia de la ensalada: la combinación de todos ellos creaba una explosión de sensaciones. De regreso a la verdulería, la ensalada de emociones se sintió más unida que nunca.

A partir de ese día, cada vez que alguien ordenaba una porción de ensalada, podían percibir la armonía entre los diversos ingredientes. Todos ellos se sintieron felices de ser parte de algo tan especial.

Y así, la ensalada de emociones demostró que las diferencias y las emociones, cuando se comprenden y aceptan, pueden crear algo verdaderamente maravilloso.

FIN.

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