Enseñanzas Naturales



Había una vez, en lo más profundo del bosque, una pequeña escuela de jardín donde cuatro maestras muy especiales trabajaban con mucho amor y dedicación.

Sandra, la maestra de música, siempre alegraba las mañanas con sus canciones y su guitarra. Silvana, la maestra de arte, despertaba la creatividad de los niños con sus colores y pinceles. Rita, la maestra de ciencias naturales, enseñaba a los pequeños sobre el maravilloso mundo que los rodeaba.

Y Sonia, la directora del jardín, velaba por el bienestar de todos. Un día soleado, mientras las maestras preparaban las actividades para los niños, un travieso mapache entró corriendo en el salón y se llevó todos los lápices de colores.

Las maestras salieron detrás del mapache pero este se les escapó entre los árboles. - ¡Oh no! ¿Qué haremos ahora sin lápices de colores para dibujar? -exclamó Silvana preocupada. - No te preocupes Silvana, encontraremos una solución -dijo Sandra sonriente-.

Quizás podamos hacer nuestros propios pigmentos con elementos naturales.

Las cuatro amigas se pusieron manos a la obra y recolectaron hojas verdes para obtener un color esmeralda brillante; flores amarillas para lograr un tono dorado; tierra roja para conseguir un color terracota; y bayas moradas para obtener un bello violeta. Con estos nuevos pigmentos naturales en mano, las maestras invitaron a los niños a experimentar pintando con ellos.

Los pequeños se maravillaron al ver cómo podían crear hermosas obras de arte utilizando lo que la naturaleza les ofrecía. - ¡Esto es increíble! Nunca imaginé que podríamos hacer nuestras propias pinturas -exclamó uno de los niños emocionado.

Desde ese día, las maestras enseñaron a los niños a valorar y respetar la naturaleza que los rodeaba. Realizaban caminatas por el bosque para observar plantas y animales; cultivaban un huerto escolar donde aprendían sobre siembra y cosecha; e incluso organizaban jornadas de limpieza para mantener limpio su entorno natural.

La escuela en el bosque se convirtió en un lugar mágico donde cada día era una aventura nueva. Los niños aprendían jugando y descubrían el valor del trabajo en equipo gracias al ejemplo de sus queridas maestras.

Y así, Sandra, Silvana, Rita y Sonia seguían compartiendo lindos momentos en esa pequeña escuela del bosque donde cada día era una oportunidad para aprender algo nuevo y emocionante.

FIN.

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