Entrenador Bauti


Bauti era un niño muy especial. Desde pequeño demostró ser muy inteligente y estudioso, siempre sacando las mejores notas en la escuela. Pero también tenía otra gran pasión: el basquetbol.

Le encantaba ir al club Varela Junior con sus amigos y pasar horas jugando al basquetbol. Era uno de los mejores del equipo y todos lo admiraban por su habilidad en la cancha. Un día, mientras entrenaban para un partido importante, Bauti se lesionó el tobillo.

Todos sus amigos estaban preocupados por él, pero Bauti no quería dejar de jugar. "No puedo dejar al equipo así", decía Bauti con lágrimas en los ojos. "Tranquilo, amigo", dijo su mejor amigo Tomás.

"Podemos ganar sin ti". Pero Bauti sabía que eso no era cierto. Él era el mejor jugador del equipo y sin él tendrían menos posibilidades de ganar. Esa noche, Bauti no podía dormir pensando en lo que había pasado.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a ayudar a su equipo si estaba lesionado? De repente, tuvo una idea brillante: ¿Y si enseñaba a sus amigos todo lo que sabía sobre basquetbol? Podrían mejorar juntos y así tendrían más chances de ganar el partido.

Así fue como durante las semanas siguientes, Bauti se convirtió en el entrenador del equipo. Les enseñó técnicas nuevas y les dio consejos para mejorar su juego. El día del partido llegó y todos estaban nerviosos.

Pero gracias a los consejos de Bauti, lograron dar lo mejor de sí mismos y ganaron el partido por un punto de diferencia. "¡Lo logramos, Bauti!", gritó Tomás abrazando a su amigo. Bauti sonrió feliz.

Sabía que había hecho lo correcto al no rendirse y ayudar a su equipo de otra manera. Desde ese día, Bauti se convirtió en una inspiración para todos sus amigos y compañeros de equipo.

Aprendieron que nunca hay que rendirse ante los obstáculos y siempre hay una forma de seguir adelante.

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