Enzo, el chef creativo
Enzo estaba emocionado por ayudar a su mamá en un proyecto tan importante. Juntos, prepararon la comida más deliciosa que pudieron hacer: arroz con pollo, ensalada de verduras frescas y una torta de manzana para el postre.
Luego, cargaron todo en un carro y se dirigieron al centro de la ciudad donde mucha gente esperaba ansiosamente por su comida.
Al llegar allí, se encontraron con una larga fila de personas hambrientas que esperaban pacientemente su turno para recibir algo de comida. Laura y Enzo comenzaron a repartir los platos, sonriendo y hablando con cada persona que pasaba por delante.
Pero pronto se dieron cuenta de que no tenían suficiente comida para alimentar a todas las personas en la fila. - Mamá, ¿qué vamos a hacer? -preguntó preocupado Enzo-. Todavía hay muchas personas esperando por su comida. Laura suspiró profundamente antes de responder:- Lo sé hijo, pero hemos hecho lo mejor que pudimos.
No podemos darle a todos algo para comer hoy. Enzo frunció el ceño pensativo durante unos segundos antes de tener una idea brillante:- Esperen aquí -dijo corriendo hacia el carro donde guardaban toda la comida-. Tengo una idea.
Mientras Laura y las demás personas seguían repartiendo lo poco que quedaba entre los necesitados, Enzo regresó con algunas cosas extrañas en sus manos: zanahorias cortadas en forma de corazón y pepinos tallados como flores.
También había puesto algunos pimientos rojos picantes junto a ellos para darles color. - ¿Qué es eso? -preguntó Laura asombrada. - Son decoraciones para la comida -respondió Enzo con una sonrisa-.
Si hacemos que la comida se vea más bonita, quizás a más personas les gustará y querrán probarla. Laura miró a su hijo con orgullo mientras comenzaban a adornar los platos de comida. A medida que las personas pasaban por delante, se detenían y admiraban los bonitos diseños en sus platos antes de probarlos.
Y cuando lo hacían, sus rostros se iluminaban con felicidad al descubrir cuán deliciosa era la comida. La fila continuó avanzando y pronto todos habían recibido algo para comer.
Laura estaba asombrada por la creatividad de Enzo, quien había ayudado a alimentar toda una ciudad gracias a su ingeniosidad y amor por la cocina. - Hijo, eres un verdadero chef -dijo Laura abrazando a su pequeño cocinero-. Estoy muy orgullosa de ti.
Enzo sonrió ampliamente, sintiendo el calor del abrazo de su mamá mientras pensaba en todas las cosas maravillosas que podía hacer en el futuro si seguía creyendo en sí mismo y trabajando duro para alcanzar sus sueños.
FIN.