Enzo en la escuela de perros



Enzo era un perro juguetón y curioso que vivía en un pequeño pueblo. Le encantaba correr por los campos y perseguir mariposas, pero a veces se sentía un poco solo. Un día, Enzo vio a un grupo de perros muy felices y emocionados entrando a un edificio grande. Se acercó y les preguntó:

- ¿A dónde van ustedes tan contentos?

- A la escuela de perros, Enzo -respondió una perra llamada Catherine. -Allí aprendemos cosas divertidas y nos enseñan a comportarnos bien. ¿Por qué no vienes con nosotros?

Enzo nunca había ido a la escuela, pero le pareció una idea genial. Así que, lleno de emoción, decidió unirse a Catherine y sus amigos.

Al llegar a la escuela, Enzo se encontró con que las clases eran muy entretenidas. Aprendieron a buscar objetos escondidos, a jugar al escondite y a seguir órdenes. Sin embargo, Enzo tenía cierta dificultad para concentrarse, lo que lo ponía un poco triste.

Pero un día, durante una clase de rastreo, Enzo descubrió algo asombroso. Mientras seguía el rastro de un hueso escondido, encontró un lápiz de colores brillantes tirado entre las hierbas. Lo recogió y se emocionó al mostrarlo a Catherine.

- ¡Mira lo que encontré! ¿Qué es? -exclamó Enzo. Catherine sonrió y le dijo: -Este es un lápiz, Enzo. Con él, podemos dibujar y crear cosas maravillosas.

A partir de ese día, Enzo descubrió su pasión por el arte. Utilizaba el lápiz para dibujar paisajes, retratos de sus amigos y divertidas historietas. Se convirtió en el artista oficial de la escuela de perros, y todos admiraban su talento. Incluso el profesor de la escuela lo eligió para decorar el patio con sus dibujos.

La historia de Enzo enseña que todos tenemos habilidades especiales, a veces solo hace falta descubrirlas. Con esfuerzo y dedicación, podemos encontrar lo que nos hace felices y destacar en aquello que amamos. Al final, Enzo comprendió que la escuela no solo era para aprender reglas, sino también para descubrir nuevas pasiones y talentos.

FIN.

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