Era un hermoso viaje



En un pequeño pueblo llamado Valle Verde, donde los árboles eran altos y los ríos cantaban melodías suaves, vivía una joven llamada Luna. Su mayor deseo era aventurarse y conocer el mundo más allá de su hogar. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un viejo mapa escondido entre las raíces de un roble gigante.

"¡Mirá esto, Lucho!" -exclamó Luna a su amigo, un perro inquieto con manchas negras y ojos brillantes que siempre la acompañaba en sus travesías.

Lucho movió la cola con entusiasmo, como si entendiera que esa era la oportunidad que habían estado esperando.

Luna desdobló el mapa con cuidado: había rutas misteriosas, montañas que parecían abrazar el cielo y un mar azul que prometía aventuras infinitas.

"¡Tenemos que ir!" -dijo Luna, sin poder contener su emoción. "Mirá, hay un sendero que comienza justo aquí, al lado del río."

Ambos sabían que necesitarían prepararse, así que regresaron a casa. Armados con una mochila llena de provisiones, ropa cómoda y un cuaderno para registrar su travesía, comenzaron su viaje al día siguiente.

Al llegar al río, observaron cómo el agua brillaba bajo el sol.

"¡Qué lindo!" -dijo Luna. "Vamos a seguir el cauce, seguro nos lleva a lugares mágicos."

Caminaban felices, riendo y jugando, cuando de repente, un fuerte viento comenzó a soplar. Las ramas de los árboles susurraban y las hojas danzaban en el aire.

"¿Qué fue eso?" -preguntó Lucho, sacudiendo su cabeza.

Luna sonrió y dijo: "No tengas miedo, es solo el viento. A veces, la naturaleza nos habla de formas inesperadas."

Siguieron caminando y, al caer la tarde, llegaron a una cueva oscura. Delante de la entrada, había un misterioso brillo.

"¿Entramos?" -preguntó Lucho, dudoso.

"Sí, pero vamos despacio. Puede estar lleno de sorpresas."

Al adentrarse, encontraron paredes cubiertas de piedras brillantes que iluminaban la cueva como si fueran estrellas. Fue entonces cuando escucharon un suave murmullo.

"¿Escuchás eso?" -preguntó Luna emocionada.

"Sí, parece como si alguien nos hablara."

Al avanzar un poco más, descubrieron a un anciano sentando sobre una roca, rodeado de libros.

"Bienvenidos, viajeros. Soy el Guardián de las Historias. ¿Qué buscan en mi cueva?" -dijo con voz profunda.

"Buscamos aventuras y aprender sobre el mundo.¿Nos podés ayudar?" -respondió Luna con ojos brillantes.

El anciano sonrió y les dijo: "Las historias son parte de cada viaje. Cuando se comparten, se vuelven aún más hermosas. Escuchen atentamente. Cada libro cuenta una aventura, y cada aventura, una lección. Escogeré uno para ustedes."

Luna y Lucho se miraron intrigados. El anciano tomó un libro del estante polvoriento y lo abrió. Al instante, las páginas comenzaron a brillar y a girar.

"Este libro les mostrará la importancia de cuidar el medio ambiente. A veces, los sueños de aventura pueden volverse pesadillas si no respe... -dijo el anciano antes de que un estruendo interrumpiera su voz.

Luna y Lucho miraron hacia atrás y vieron que la entrada a la cueva se estaba cubriendo de rocas.

"¡Debemos salir de aquí!" -gritó Luna.

Sin pensarlo dos veces, ambos corrieron hacia la salida, siguiendo los destellos de luz y los ecos de las palabras del anciano. Cuando lograron salir, miraron hacia atrás y vieron cómo la cueva se cerraba.

"¡Lo logramos!" -gritó Lucho, saltando de alegría.

"Sí, pero no olvidemos lo que aprendimos. Debemos cuidar el mundo que nos rodea."

Luna y Lucho siguieron su camino, ahora no solo llenos de emoción sino también con un nuevo propósito: aprender a cuidar de Valle Verde y de su naturaleza. El viaje que habían comenzado no solo era una aventura más, sino el inicio de una misión para hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, cada vez que paseaban por el pueblo, recordaban su hermosa aventura y cómo, gracias a las historias y lecciones que habían aprendido, podían inspirar a otros a hacer lo mismo.

"¡Vamos a contarle a todos!" -dijo Luna emocionada.

Lucho movió la cola en aprobación, listos para compartir su hermosa historia en Valle Verde.

FIN.

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