Eric y sus amigos peludos



En una hermosa granja en las afueras de un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Eric. Tenía nueve años y era un apasionado de los animales y la naturaleza.

Pasaba sus días cuidando a las gallinas, alimentando a los cerdos y jugando con los perros. Un día, mientras Eric estaba arreando a las ovejas hacia el prado, se dio cuenta de que una de ellas no quería moverse. Se acercó a ella y notó que cojeaba.

Se preocupó mucho por su ovejita favorita, Margarita. "¿Qué te pasa, Margarita? Pareces estar lastimada", dijo Eric con tristeza. Margarita balió débilmente como si quisiera decirle algo a Eric.

El niño decidió llevarla al granero para revisar su pata herida. Después de examinarla detenidamente, descubrió que tenía una astilla clavada en la pezuña. "Tranquila Margarita, voy a sacarte esa astilla y te sentirás mejor", le aseguró Eric con ternura.

Con cuidado, Eric extrajo la astilla y curó la pata de Margarita con agua tibia y vendas limpias. La ovejita cerraba los ojos mientras el niño la cuidaba con cariño.

Después de unos días de reposo y muchos mimos por parte de Eric, Margarita pudo caminar nuevamente sin dificultad. Estaban felices de estar juntos otra vez en el prado verde disfrutando del sol brillante. Pero un día, cuando regresaban al atardecer después de pastorear juntos, escucharon ruidos extraños provenientes del bosque cercano.

Curiosos, se acercaron sigilosamente para investigar qué estaba ocurriendo. Para sorpresa de ambos, encontraron a un zorrito atrapado en una red dejada por cazadores furtivos. El animalito lloraba desconsoladamente intentando liberarse sin éxito.

Eric sintió compasión por el zorrito indefenso e inmediatamente buscó una forma de ayudarlo. Con ingenio y valentía logró cortar la red con unas tijeras que llevaba consigo siempre en su bolsillo. "Tranquilo amiguito zorro, ya estás libre", dijo Eric mientras lo acariciaba suavemente.

El zorrito miró agradecido a Eric y le lamió la mano como muestra de gratitud antes de correr feliz hacia el bosque oscuro donde había sido capturado minutos antes.

Desde ese día en adelante, tanto Margarita como el zorro se convirtieron en amigos inseparables del valiente Eric. Juntos exploraban cada rincón de la granja compartiendo aventuras emocionantes e inolvidables.

La bondad y generosidad del niño se volvieron conocidas en todo el pueblo gracias a las historias que contaban sobre sus actos heroicos salvando animales necesitados. Y así fue cómo La Granja De Eric se convirtió en un lugar especial donde reinaba el amor por todos los seres vivos gracias al corazón noble e inspirador del pequeño granjero argentino.

FIN.

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