Ese día tenía que salir
Era una mañana soleada en el pueblo de Las Estrellas. La pequeña Sofía estaba muy emocionada porque por fin había llegado el día de ir a la gran feria que se organizaba una vez al año. La feria era famosa por sus juegos, los caramelos y, sobre todo, por tener una montaña rusa gigante que a todos los niños les encantaba.
Sofía se despertó temprano, se vistió rápidamente y corrió hacia la cocina.
"¡Mamá, hoy es el día de la feria! ¿Puedo ir con mis amigos?" - preguntó con una sonrisa radiante.
Su mamá, que estaba preparando el desayuno, sonrió.
"Claro, Sofi. Pero primero tenés que ayudarme a ordenar un poco la casa. Después, podés salir a jugar con tus amigos." - le respondió.
Sofía suspiró un poco, pero entendió que ayudar era importante. Así que pasó la mañana ordenando y limpiando junto a su mamá. Finalmente, cuando todo estaba en su lugar, su mamá le dijo:
"Listo, Sofía. Ahora podés ir a la feria. ¡Divertite!"
Sofía salió corriendo y encontró a sus amigos, Lucas y Valentina, en la plaza. Ellos estaban esperando.
"¡Sofia, al fin! Vení, ya se va a empezar a llenar de gente." - exclamó Lucas.
"Hoy vamos a subir a la montaña rusa, ¿no?" - preguntó Valentina, con los ojos brillantes de emoción.
"¡Sí!" - respondió Sofía, saltando de alegría.
Los tres amigos se dirigieron a la feria, que estaba llena de luces de colores, risas y deliciosos olores de comida. Sofía no podía creer lo maravilloso que era. Pero justo cuando estaban a punto de subir a la montaña rusa, un fuerte viento comenzó a soplar.
"¿Viste eso?" - dijo Lucas, señalando con el dedo.
En ese momento, empezaron a caer algunas hojas de los árboles. La feria parecía agitarse un poco, y el dueño de la montaña rusa, un señor mayor con una boina, miró preocupado.
"Lo siento, chicos, pero me temo que vamos a tener que cerrar la montaña rusa si el viento sigue así. ¡No es seguro!" - anunció.
Sofía se sintió decepcionada. Había esperado todo el año para subirse a esa montaña rusa. Sin embargo, sus amigos intentaron animarla.
"No te preocupes, hay otros juegos que podemos disfrutar. Vamos al carrusel" - dijo Valentina.
Sofía se encogió de hombros, pero decidió seguir a sus amigos. En el camino, pasaron por el stand de los globos de agua y Sofía tuvo una idea.
"Chicos, ¿qué tal si hacemos una competencia de globos de agua? A ver quién aguanta más tiempo sin mojarse!" - sugirió.
"¡Esa es una gran idea!" - dijo Lucas, riendo.
Los amigos compraron globos de agua y empezaron la competencia justo al lado de la carpa de juegos. Risas y gritos resonaron mientras intentaban esquivarse y no mojarse. Todo el mundo en la feria se reunió para ver el espectáculo, y la diversión era contagiosa.
El viento empezó a calmarse, y con cada lanzamiento, la sonrisa de Sofía se hizo más grande. Se dio cuenta de que, aunque no podían subir a la montaña rusa, había muchas otras cosas divertidas por hacer.
Al final del día, el sol comenzaba a ocultarse, y Sofía se sintió feliz por haber pasado una tarde increíble con sus amigos. Nunca había disfrutado tanto.
"Gracias, chicos. Hoy fue mejor de lo que esperaba. ¡Me olvidé de la montaña rusa!" - les dijo con gratitud.
"Lo importante es divertirnos juntos. Y siempre hay algo divertido si buscamos con creatividad" - dijo Lucas, y Valentina asintió.
De regreso a casa, Sofía se dio cuenta de que no se trataba solo de subir a la montaña rusa, sino de crear recuerdos con sus amigos. Nunca olvidaría ese día y la sonrisa que llevaba en su rostro.
Así, Sofía aprendió que a veces, las cosas no salen como uno quiere, pero siempre hay alguien o algo que puede hacernos sonreír en el camino.
Y mientras caminaba, el viento suave acariciaba su cara, y en lo profundo de su corazón, Sofía sabía que la verdadera aventura ocurría con los amigos a su lado.
FIN.