Esmeralda y la Navidad Roubada
En un pueblo muy pequeño llamado Villa Estancia, la Navidad era la época más esperada del año. Todos decoraban con luces brillantes y hacían preparativos para la gran fiesta que se llevaría a cabo en la plaza central. Este año, Esmeralda, la delegada de la estancia, estaba a cargo de organizarlo todo. Ella era una joven llena de entusiasmo y buen corazón, y siempre creía en el poder de la amistad y la alegría.
Sin embargo, había una sombra que acechaba a la villa: la Pata, exdelegada del pueblo. La Pata había sido desterrada del grupo de organización por sus travesuras, pero eso no la detuvo. Con su carácter astuto, decidió que este año le robaría la Navidad a Villa Estancia.
Una mañana clara de diciembre, mientras Esmeralda estaba preparando los caramelos y las decoraciones, la Pata se escabulló silenciosamente en la oscuridad. De repente, una gran nube de confeti voló por el aire.
"¡Ja, ja, ja! ¡La Navidad se acabó para ustedes!" - gritó la Pata, riendo mientras atrapaba los adornos y los regalos, llevándolos lejos hacia su escondite secreto.
Cuando Esmeralda descubrió lo que había pasado, su corazón se hundió. La plaza, que debería estar llena de risas y luces, ahora era un lugar sombrío.
"No puedo creer que la Pata haga algo así. Pero no puedo rendirme. La Navidad no es solo regalos y luces, es acerca de compartir momentos con quienes amamos" - pensó Esmeralda, decidida a recuperar la magia de la fecha.
Esmeralda reunió a los niños del pueblo y les explicó la situación.
"Chicos, la Pata ha robado nuestra Navidad, pero eso no significa que debamos rendirnos. Podemos crear nuestra propia celebración, llena de amor y alegría. ¿Quieren ayudarme?"
Los niños, entusiasmados, comenzaron a hacer manualidades, decoraciones y a preparar una fiesta especial propuesta por Esmeralda para el día de Navidad.
Mientras tanto, la Pata disfrutaba de su victoria, sentada en su cueva, rodeada de luces y decoraciones que había robado. Sin embargo, una parte de ella se sentía sola. Nunca había experimentado la verdadera alegría navideña, ya que siempre había preferido robar la felicidad de otros en lugar de compartirla.
En la víspera de Navidad, mientras el pueblo se preparaba para su celebración sincera, Esmeralda se decidió a ir a hablar con la Pata. Ella llevaba consigo una caja decorada con colores brillantes.
"¡Hola, Pata! ¿Puedo hablar contigo?" - llamó Esmeralda cuando llegó a la cueva.
La Pata, al principio sorprendida, miró desconfiada.
"¿Qué querés, Esmeralda? ¿Venís a criticarme?"
"No, Pata. He venido a ofrecerte algo. La Navidad no se trata solo de recibir, se trata de dar y compartir. Te traje unos dulces y... me gustaría invitarte a la fiesta que estamos organizando" - dijo Esmeralda, extendiendo la caja.
La Pata parpadeó incrédula. Nunca había esperado eso.
"¿Invitarme? Pero… robé tu Navidad..." - murmuró.
"Es verdad, pero todos merecen una segunda oportunidad. ¿Quieres venir y construir recuerdos con nosotros?" - respondió sinceramente Esmeralda.
Un silencio pesado llenó el aire, y el corazón de la Pata se agitó. La invitación era sorprendente y cálida, y algo dentro de ella se sentía atraído por el deseo de ser parte de algo. Finalmente, asintió.
"Está bien. Iré a la fiesta, pero solo porque me gustan los dulces" - respondió con picardía, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro.
En el día de Navidad, el pueblo de Villa Estancia brilló con la alegría y los colores de la fiesta. Todos estaban felices, riendo, cantando y disfrutando de la compañía mutua. La Pata llegó un poco tarde, observando desde la distancia. Pero al ver a Esmeralda jugando con los niños, sintió que su corazón se llenaba de una calidez que nunca había conocido.
El ambiente se volvía cada vez más festivo, y la Pata decidió dar un paso adelante. Se acercó a Esmeralda.
"¿Sabés? Tal vez la Navidad no debería ser solo mía. Es mejor compartirla. He traído algunos adornos para la celebración" - dijo la Pata mientras despejaba un poco de su sobrepeso.
La sorpresa en los rostros de los aldeanos fue inmensa.
"¿De verdad? Gracias, Pata. Estamos muy felices de que estés aquí con nosotros" - dijo Esmeralda.
Y así, la Pata y Esmeralda comenzaron a decorar juntos, compartiendo risas y dulces. Progresivamente, más personas se unieron a ellas, creando un verdadero espíritu de comunidad y celebración. La Pata, quien alguna vez había querido arruinar la Navidad, se convirtió en una de sus mayores defensoras.
Desde entonces, Villa Estancia no solo celebró la Navidad, sino también el poder de la amistad y el perdón; la Pata se convirtió en miembro vital del grupo de celebración y, sobre todo, aprendió que compartir era la mayor alegría de todas.
La noche terminó con un espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el cielo, y con eso, en el corazón de todos, la Navidad floreció con una nueva esperanza.
"Gracias por darme una segunda oportunidad, Esmeralda. He aprendido que juntos somos más fuertes" - dijo la Pata, con una sonrisa genuina.
"Siempre habrá un lugar para ti aquí, Pata. ¡Feliz Navidad para todos!" - concluyó Esmeralda, y todos levantaron sus voces en un canto alegre, celebrando no solo la Navidad, sino el regalo de la amistad.
FIN.