Esperando a mamá



Había una vez un chico llamado Tomás que vivía con su mamá en un pequeño departamento en la ciudad.

Su mamá trabajaba todo el día y a veces por la noche, así que Tomás pasaba mucho tiempo solo en casa. Un día, cuando Tomás regresó de la escuela, su mamá no estaba allí. Él esperó y esperó, pero ella nunca volvió.

Al principio pensó que tal vez estaba trabajando hasta tarde otra vez, pero después de unos días se dio cuenta de que algo andaba mal. Tomás se sintió muy triste y solo. No sabía qué hacer sin su mamá y no tenía a nadie más con quien hablar o jugar.

Empezó a extrañarla mucho y se preguntaba si ella volvería algún día. Un par de semanas después, alguien tocó a la puerta del departamento.

Era una señora amable que le dijo a Tomás que era una trabajadora social y que había venido para llevarlo a un hogar temporal para niños. Tomás se asustó mucho al principio, pero pronto descubrió que el hogar temporal era un lugar seguro donde podía estar con otros niños en situaciones similares a la suya.

Había juegos divertidos para jugar y gente amable que lo cuidaba. A pesar de esto, Tomás todavía extrañaba mucho a su mamá y quería saber por qué lo había abandonado.

Un día decidió escribirle una carta preguntándole si volvería por él algún día. Después de enviar la carta, pasaron varios días antes de recibir respuesta. Pero finalmente recibió una llamada telefónica de su mamá explicando lo difícil que le resulta mantenerse alejada mientras trabaja duro para poder darle una vida mejor.

Tomás comprendió que su mamá lo amaba y que ella no quería dejarlo, pero necesitaba tiempo para resolver algunas cosas primero.

Con el apoyo de los trabajadores sociales y sus nuevos amigos en el hogar temporal, Tomás aprendió a ser más fuerte y valiente mientras esperaba a que su mamá regresara por él. Finalmente, después de varios meses, su mamá lo llevó a casa con ella.

Tomás había pasado por muchas dificultades durante ese tiempo, pero también había aprendido mucho sobre la importancia de ser paciente y perseverante. Ahora sabía que siempre habría gente dispuesta a ayudarlo si alguna vez necesitaba un lugar seguro para quedarse o alguien con quien hablar.

FIN.

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