Esperanza y Su Gran Sueño



Había una vez en un colorido barrio de Buenos Aires, una niña llamada Esperanza que tenía un gran sueño: quería ser modelo y fotógrafa. Desde muy pequeña, le encantaba hacerles poses divertidas a sus amigos y capturar momentos especiales con su cámara de juguete.

Un día, mientras paseaba por el parque con su cámara, vio a un grupo de niños jugando a la pelota. Les pidió que posaran para ella.

"¡Sonríen, chicos!", les dijo con entusiasmo, mientras les sacaba fotos.

Los niños se divirtieron tanto que empezaron a hacer diferentes poses. Al ver lo bien que quedaban las fotos, Esperanza sintió que su corazón se llenaba de alegría.

"¡Miren qué lindas salieron! Me encantaría ser fotógrafa de verdad algún día", comentó mientras mostraba las imágenes.

Al día siguiente, Esperanza se enteró de un casting para un concurso de modelos infantiles que se llevaría a cabo en el centro cultural de su barrio. La noticia la llenó de emoción.

"¡Mamá, necesito prepararme!", exclamó.

Su mamá, siempre apoyándola en sus sueños, la llevó a una tienda de disfraces. Juntas eligieron un hermoso vestido de flores y una diadema brillante. Esperanza no podía esperar para mostrar su look en la audición.

El día del casting llegó. Cuando Esperanza entró al escenario, vio a muchos niños y niñas con hermosos trajes. sintió un pequeño nudo en el estómago.

"No puedo creer que esto está pasando", susurró para sí misma.

La jurado, una conocida modelo, la saludó con una sonrisa.

"¿Cómo te llamas, pequeña?", le preguntó.

"Soy Esperanza y me encanta modelar y sacar fotos", respondió con un poco de nervios.

La modelo le dio un consejo.

"Recuerda, lo más importante es disfrutar el momento. La confianza se refleja en la cámara".

Esperanza se sintió mucho más tranquila. Hizo su pasarela y se divirtió modelando, moviéndose con gracia y creando poses que había querido mostrar desde hace tiempo.

Después del casting, todos los niños aplaudieron.

"¡Qué bien te luciste!", le dijo una nena con un vestido colorido.

"Gracias. ¡Me encanta la fotografía!", respondió Esperanza feliz.

Una semana después, la noticia del casting llegó. Aunque no quedó seleccionada, recibió un mensaje de la jurado.

"Querida Esperanza, me encantó tu presentación. Aunque no quedaste, me gustaría que participaras en una clase de modelaje y fotografía que haré en el centro cultural", decía la nota.

Su mamá y ella saltaron de alegría.

"¡Eso es increíble! Podré aprender de una profesional", gritó.

En las clases, Esperanza conoció a otros niños que también soñaban con ser modelos y fotógrafos. Juntos aprendieron a posarse frente a la cámara, a crear historias con las fotos y a expresar sus emociones a través de la imagen.

Un día, la modelo les propuso un proyecto.

"Quiero que hagan un álbum de sus vidas, donde cuenten sus sueños a través de fotos. Eso les ayudará a crecer como artistas", explicó.

Eso emocionó a todos. Esperanza comenzó a sacar fotos de su vida cotidiana: su familia, sus amigos y, por supuesto, ¡las risas en el parque!

Con cada foto, comprendió más la belleza de los momentos simples y la importancia de compartir historias.

Al finalizar el curso, todos hicieron una exposición de sus álbumes.

"Espero que este sea solo el comienzo de un gran viaje", dijo Esperanza al mostrar sus fotos en el centro cultural.

El evento fue todo un éxito. La gente admiraba su talento y el amor que tenía por su arte.

"Si puedes soñar, puedes lograrlo", era la frase que Esperanza había aprendido y que ahora compartía con otros.

Esperanza no solo se dio cuenta de que podía ser modelo, sino también fotógrafa y contar historias a través de su lente.

Desde ese día, continuó persiguiendo su pasión, mostrando al mundo que los sueños son posibles cuando uno trabaja con amor y dedicación. Y así, con su cámara y su vestido de flores, Esperanza se convirtió en una inspiración para todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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