Espi, la campeona del juego



Espi era una niña muy activa y curiosa. Desde pequeña, le encantaba moverse y explorar el mundo que la rodeaba. Pero lo que realmente le apasionaba eran tres cosas: el tenis de mesa, el baile y la natación.

Todos los días después de la escuela, Espi iba al club deportivo donde practicaba tenis de mesa. Era tan habilidosa con la raqueta que pronto se convirtió en una de las mejores jugadoras del club.

Ganó varios torneos y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás a mejorar sus técnicas.

Un día, mientras Espi se preparaba para su clase de baile, se dio cuenta de algo triste: había un niño llamado Max en su clase que no podía participar plenamente debido a una discapacidad en su pierna derecha. -Espi -le dijo Max con tristeza-, me encantaría bailar como tú, pero mi pierna no me deja hacerlo bien.

Espi miró a Max con ternura y le respondió:-Max, no te preocupes por eso. El baile es para todos y estoy segura de que podemos encontrar una forma en la que puedas disfrutarlo también.

¡Vamos a hablar con nuestra profesora! Espi fue directamente hacia su profesora de baile y le explicó la situación. La profesora sonrió y dijo:-Estiempo muy valiente por pensar en tu amigo, Espi. Vamos a encontrar una manera para que Max pueda disfrutar del baile tanto como tú.

Desde ese día, Espi e Max trabajaron juntos para adaptar las coreografías y movimientos según las capacidades físicas de Max. Descubrieron nuevas formas creativas de bailar, incorporando movimientos que permitían a Max moverse cómodamente y expresarse a través de la danza.

La noticia se corrió rápidamente por el club deportivo y muchos otros niños con diferentes habilidades se unieron al grupo de baile. Espi estaba feliz de ver cómo todos podían disfrutar del baile sin importar sus limitaciones físicas.

Pero la historia no termina aquí. Un día, mientras Espi nadaba en la piscina del club deportivo, notó que había una niña llamada Sofía sentada en el borde, mirando con tristeza hacia el agua. -¿Qué pasa, Sofía? -preguntó Espi preocupada-.

¿Por qué no estás nadando? Sofía soltó un suspiro y respondió:-Tengo miedo al agua. No sé nadar y me da miedo aprender. Espi sonrió amablemente y le dijo:-Sofía, te entiendo perfectamente.

Pero déjame decirte algo: la natación es una actividad increíblemente divertida y segura si aprendemos correctamente. Yo puedo enseñarte si quieres. Sofía dudó por un momento, pero finalmente aceptó la oferta de Espi.

Juntas fueron a buscar flotadores para ayudar a Sofía a sentirse más segura en el agua mientras aprendía los primeros pasos para nadar. Dedicaron muchas horas practicando juntas hasta que Sofía ganó confianza suficiente para nadar sin los flotadores.

Pronto, las dos niñas se convirtieron en grandes amigas e incluso participaron juntas en competencias de natación. Espi demostró que nunca debemos dejar que las limitaciones nos impidan perseguir nuestras pasiones. Ya sea adaptando actividades para incluir a todos o superando nuestros propios miedos, siempre podemos encontrar una forma de disfrutar y crecer.

Y así, Espi siguió adelante inspirando a otros niños y niñas con su energía, talento y espíritu valiente.

Su historia se convirtió en un ejemplo de cómo el deporte puede unir a las personas y superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino hacia la felicidad y el éxito.

FIN.

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