Espinillo y el Día de la Recreación



Era un soleado día en el bosque de la isla de los Árboles Gigantes. Los pájaros cantaban y el viento movía suavemente las hojas. Espinillo, un pequeño árbol guazubira, estaba muy emocionado porque ese día se celebraba La Gran Fiesta de la Recreación. Los animales del bosque se habían reunido para disfrutar y jugar en armonía.

"¡Espinillo, ven a jugar!" gritó su amiga la ardilla Lili, mientras corría de un lado a otro con su pequeño bolso lleno de nueces.

"¡Ya voy!" respondió Espinillo, moviendo sus ramas. Aunque no era como los otros animales, siempre estaba ansioso por participar de las actividades.

La fiesta comenzó con muchas carreras y risas, pero Espinillo se sentía un poco fuera de lugar. Todos sus amigos podían correr y saltar, mientras que él, aunque disfrutaba viendo a sus amigos, no podía moverse como ellos.

"¡Vamos, Espinillo! Debes probar la carrera de obstáculos!" dijo el conejo Rocco, quien siempre era el primero en llegar a la meta.

"No sé si puedo, soy un árbol..." contestó Espinillo, un poco desanimado.

Pero Lili le dijo con una sonrisa:

"¡Eso no importa! Todos tienen algo especial. ¡Tú eres nuestro Espinillo perfecto!"

Con esas palabras, Espinillo decidió intentarlo. Cuando llegó el momento de la carrera de obstáculos, todos los animales comenzaron a saltar sobre troncos y a esquivar arbustos. Espinillo, aún inmóvil, utilizó su sabiduría. Mirando desde un lugar alto, pudo observar la ruta y guiar a sus amigos.

"¡A la izquierda, Lili! ¡Cuidado, Rocco, un tronco está adelante!" gritó Espinillo con sus ramas moviéndose emocionadamente.

Los animales escucharon la voz de su amigo, y gracias a sus instrucciones, lograron sortear todos los obstáculos.

"¡Eres un excelente guía!" dijo Rocco, dándole una palmadita a Espinillo.

"¡Sin vos, no hubiéramos llegado!" agregó Lili, mirando con admiración a su amigo.

Pero la diversión no terminó ahí. La siguiente competencia era una carrera de relevos. Los animales estaban divididos en equipos y Espinillo se sintió un poco triste, porque no podía correr.

"No te preocupes, Espinillo, ¡tienes que ser el que entregue el testigo!" propuso Lili.

"¿Yo? ¿Pero no puedo moverme!" se quejó Espinillo.

"¡ justamentiste! ¡Eso hará que sea emocionante!" repetía el conejo.

Así, Espinillo se convirtió en el corazón de su equipo. Cuando uno de los animales se acercaba con el testigo, Espinillo se aseguraba de que estuviera bien preparado para correr. Sus amigos no solo corrían, sino que también gritaban su nombre.

La carrera fue agotadora y trepidante. Cuando finalmente el equipo de Espinillo llegó a la meta, el bosque estalló en aplausos.

"¡Ganamos!" gritó Rocco emocionado.

Esa noche, cuando el sol se escondió entre los árboles, los animales se reunieron alrededor de Espinillo para agradecerle.

"Hoy fue un gran día, gracias a ti, Espinillo," dijo Lili, mientras se acomodaba en la sombra de su amigo.

"Nos enseñaste que no importa cómo se vean las cosas, todos podemos contribuir de manera única", añadió Rocco.

Con una sonrisa de satisfacción, el guazubira se dio cuenta de que su fuerza no provenía de moverse, sino de estar siempre presente y ayudar a sus amigos.

Desde ese día en adelante, Espinillo nunca volvió a sentir que no encajaba. Aprendió que cada uno tiene un rol especial y que la diversión está en compartir y ayudar a los demás.

Y así, en el bosque de la isla de los Árboles Gigantes, vivieron felices, conociendo que la recreación no solo era jugar, sino también colaborar y celebrar la amistad.

Fin.

FIN.

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