Esteba y la leyenda de la lluvia salvadora


En el pequeño pueblo de Quehue, la sequía había llegado para quedarse. Los campos estaban resecos, los árboles marchitos y el río apenas fluía. Esteba, un niño curioso y valiente, decidió buscar ayuda en Juan, un anciano sabio conocedor de la cosmovisión andina.

Un día, Esteba se acercó a Juan con preocupación en su mirada. -Juan, ¿cómo podemos salvar nuestro pueblo de esta terrible sequía? -preguntó Esteba con angustia.

Juan, con su rostro arrugado pero tranquilo, le contó a Esteba sobre la antigua leyenda de la lluvia salvadora. Según la leyenda, en lo más alto de la montaña se encontraba el espíritu de la lluvia, quien solo se despertaría con el sonido de la flauta mágica, capaz de traer la ansiada lluvia al pueblo.

Determinado a salvar su hogar, Esteba decidió emprender un viaje hacia la cima de la montaña. Con la flauta mágica en mano, escaló entre rocas y arbustos, enfrentando desafíos y superando sus miedos. Finalmente, llegó a la cima donde el viento soplaba con fuerza, pero el cielo seguía despejado.

-¡Espíritu de la lluvia! -exclamó Esteba con todas sus fuerzas, mientras tocaba la flauta con determinación. El viento pareció escuchar sus súplicas y poco a poco las nubes cubrieron el cielo.

De vuelta en el pueblo, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, devolviendo la vida a la tierra sedienta. Los habitantes de Quehue salieron a la calle con alegría, agradeciendo a Esteba por su valentía y a Juan por guiarlo con sabiduría.

Desde ese día, Esteba se convirtió en un héroe para su pueblo, recordando a todos que la valentía y la sabiduría pueden superar cualquier adversidad.

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