Esteban, el guardián de los paramillos


Había una vez, en los majestuosos páramos andinos de Argentina, un pequeño frailejón llamado Esteban.

Esteban era muy especial, tenía la habilidad de absorber el agua de las nubes y almacenarla en su esponjoso cuerpo para luego liberarla lentamente al suelo, ayudando así a mantener el equilibrio del ecosistema. Sin embargo, un día llegó una noticia terrible. Un grupo de malvados constructores había decidido construir una enorme carretera que atravesaría los hermosos páramos andinos.

Esto traería consigo la deforestación y la contaminación del agua, poniendo en peligro a todas las especies que habitaban allí. Esteban no podía permitir que eso sucediera.

Con valentía y determinación, decidió convertirse en El super frailejon y luchar contra esta amenaza ecológica. Uniendo fuerzas con sus amigos animales como el cóndor Pedro, la vicuña Valentina y el sapito Simón, El super frailejon ideó un plan para detener a los constructores.

"¡Tenemos que hacer algo rápido!", exclamó El super frailejon mientras volaba sobre los paramillos. "Si dejamos que construyan esa carretera, nuestros hogares estarán perdidos". Los animales asintieron con tristeza pero también con determinación. Juntos se dirigieron hacia el campamento de los constructores para enfrentarlos cara a cara.

Al llegar al campamento, se encontraron con hombres rudos armados con herramientas pesadas. Pero eso no intimidó a El super frailejon y sus amigos. "¡Deténganse!", exclamó El super frailejon, levantando sus brazos espinosos.

"No pueden destruir nuestros hogares y envenenar nuestras aguas". Los constructores se rieron y pensaron que era una simple planta hablando tonterías. Pero antes de que pudieran reaccionar, Esteban liberó un torrente de agua fresca sobre ellos.

"¡Ayuda! ¡Nos estamos ahogando!", gritaron los constructores mientras intentaban escapar del agua. El super frailejon y sus amigos lograron detener a los malvados constructores y evitaron la construcción de la carretera. Los paramillos volvieron a estar seguros y protegidos.

Desde ese día, El super frailejon se convirtió en el guardián de los páramos andinos. Trabajó incansablemente para educar a las personas sobre la importancia de preservar estos ecosistemas únicos. Gracias a su valentía y dedicación, los paramillos florecieron nuevamente.

Las vicuñas pastaban tranquilas, los cóndores sobrevolaban majestuosamente y el sapito Simón croaba felizmente en su charco. Y así, El super frailejon salvó los páramos andinos de la desgracia ecológica con su increíble poder para conservar el agua.

Su historia inspiradora se transmitió por generaciones como un recordatorio del poder que cada uno tiene para proteger nuestro precioso planeta.

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