Esteban y la Aventura de los Colores



En un pequeño barrio, había un niño llamado Esteban que tenía 8 años. Su mundo era un poco diferente al de los demás, pero eso no lo hacía menos especial. Tenía una sorprendente habilidad para identificar todos los colores del arcoíris y soñaba con crear su propio mundo lleno de ellos.

Un día, mientras daba un paseo al parque, vio una mariposa de colores brillantes volando entre las flores.

"¡Mirá! ¡Cómo brilla esa mariposa!" - Exclamó Esteban, maravillado.

Decidió seguirla y, mientras corría detrás de ella, se encontró con su amiga Clara, que estaba dibujando en la arena con un palo.

"¡Hola, Esteban! ¿A dónde vas?" - Preguntó Clara, levantando la vista.

"Voy a atrapar la mariposa más linda del mundo. ¿Querés venir?" - Contestó Esteban, entusiasmado.

Clara sonrió y lo siguió. Mientras caminaban, discutían sobre los colores que más les gustaban.

"A mí me gusta el azul del cielo, es tan tranquilizante" - Dijo Clara, mientras se detuvieron a mirar hacia arriba.

"A mí me encanta el verde de los árboles, me hace sentir libre" - Respondió Esteban con una gran sonrisa.

Pero, de repente, la mariposa se posó en el suelo, justo frente a ellos. Esteban, emocionado, decidió dar un paso adelante para observarla de cerca, pero tropezó con una piedra y cayó. Clara corrió a ayudarlo.

"Esteban, ¿estás bien?" - Preguntó, preocupada.

"Sí, solo me asusté un poco. Pero, mira, ahí está la mariposa" - Dijo, señalando con los dedos. La mariposa, que parecía que los estaba mirando, alzó el vuelo nuevamente y se sumergió en un camino de flores.

"Sigámosla, ¡tal vez nos lleve a un lugar mágico!" - Sugerió Clara, recuperando la alegría.

Empezaron a seguir a la mariposa y, para su sorpresa, la llevaron a un rincón del parque que nunca antes habían visto. Había un árbol enorme con un tronco muy ancho lleno de colores, como si alguien lo hubiera pintado con cada color del arcoíris.

"¡Es hermoso!" - Exclamó Clara, asombrada.

Esteban, muy emocionado, se acercó al árbol e hizo una gran pausa, observando cómo el sol filtraba sus rayos a través de las hojas y creaba un espectáculo de luces.

"Clara, ¿y si hacemos algo? Podemos pintar este árbol y llenarlo de colores" - Sugirió Esteban, lleno de entusiasmo.

"¡Sí, hagámoslo!" - Respondió Clara, rebosante de energía.

Pasaron la tarde pintando el árbol con todos los colores que podían imaginar. Esteban se concentró en hacer brillantes rayas de verde y azul, mientras Clara utilizaba el amarillo y el rojo. Al terminar, se alejaron un poco para admirar su trabajo.

"¡Es el árbol más colorido del mundo!" - Dijo Clara, llenándose de orgullo.

De repente, la mariposa regresó y comenzó a danzar alrededor del árbol pintado.

"Parece que le gusta nuestro trabajo" - comentó Esteban, riendo, mientras movía su brazo como un artista mostrando su obra maestra.

En ese momento, se acercaron una señora y una niña que estaban paseando por el parque.

"Hola, niños. ¿Qué están haciendo aquí?" - Preguntó la señora con una sonrisa.

"¡Pintamos este árbol!" - Respondió Clara, muy orgullosa.

"Es impresionante, ¡le han dado vida!" - Aplaudió la señora. La niña miraba con ojos asombrados.

"¿Te gustaría ayudar a pintarlo también?" - Preguntó Esteban, mirando a la niña.

"¡Sí!" - Exclamó la niña, casi saltando de alegría.

Juntos comenzaron a pintar más colores en el árbol. Así, Esteban, Clara y la nueva amiga pasaron toda la tarde disfrutando y creando una obra maestra colectiva.

Cuando llegó la hora de irse, ya era de noche. El árbol brillante bajo la luz de la luna parecía un cuento de hadas. Esteban se sintió feliz al pensar en todo lo que habían logrado juntos. Se despidieron con promesas de volver y seguir pintando y creando más colores.

"¡Mañana traigo más pinturas!" - Dijo Esteban con una sonrisa.

Y así, Esteban descubrió que su talento para ver colores también lo podía usar para unir a las personas. A partir de ese día, cada vez que miraba al árbol con sus amigos, sabía que había creado un pedacito de magia en su mundo lleno de colores.

FIN.

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