Esteban y la carrera de superación
Había una vez un niño llamado Esteban que tenía unas piernas chuecas. Sus amiguitos siempre se burlaban de él y le decían cosas desagradables. Esto hacía que Esteban se sintiera triste y con poca confianza en sí mismo.
Un día, mientras caminaba cojeando por el parque, Esteban encontró un cartel que anunciaba una carrera de obstáculos para niños. A pesar de sus piernas chuecas, algo dentro de él le decía que debía participar en esa competencia.
Sin embargo, no sabía si sería capaz de superar los obstáculos. Esteban se acercó al lugar donde se realizaba la inscripción y allí conoció a Lucas, un niño muy amable y valiente.
Lucas notó las piernas chuecas de Esteban pero no dijo nada al respecto. En cambio, lo animó a participar en la carrera y le prometió ayudarlo en todo momento. El día de la competencia llegó y Esteban estaba muy nervioso.
Miraba a los otros niños correr rápidamente y saltar sobre los obstáculos sin dificultad alguna. Pensaba en sus piernas chuecas y temía quedar rezagado o caerse durante la carrera.
Cuando sonó el silbato para dar inicio a la competencia, Esteban tomó aire profundamente y comenzó a correr con todas sus fuerzas. Aunque su paso era lento debido a sus piernas chuecas, no dejaba que eso le impidiera avanzar.
Lucas lo acompañaba a cada paso del camino, dándole ánimos constantes y recordándole lo valiente que era. Esteban se sentía más fuerte y confiado gracias a las palabras de su amigo. A medida que avanzaban en la carrera, los obstáculos se volvían cada vez más difíciles.
Había muros altos para saltar, cuerdas para trepar y barriles para sortear. Esteban luchaba contra sus piernas chuecas, pero no se rendía. En un momento dado, Esteban llegó a un obstáculo muy alto y complicado de superar.
Miró hacia arriba con desesperación y sintió que sus fuerzas comenzaban a flaquear. Pero entonces, escuchó la voz de Lucas diciéndole:"¡Vamos Esteban! ¡Tú puedes hacerlo! No te rindas. "Estas palabras llenaron el corazón de Esteban de coraje y determinación.
Respiró profundamente una vez más y decidió enfrentar ese último obstáculo con todas sus fuerzas. Con un salto valiente, Esteban logró superarlo y cruzó la línea de meta junto a Lucas. Todos los presentes aplaudieron emocionados por su valentía y perseverancia.
Esteban aprendió una gran lección ese día: no importa cuán chuecas sean tus piernas o cuántos obstáculos encuentres en tu camino, siempre puedes superarlos si crees en ti mismo y tienes el apoyo de quienes te rodean.
Desde aquel día, Esteban dejó atrás las burlas e inseguridades sobre sus piernas chuecas. Se convirtió en un niño seguro de sí mismo que inspiraba a otros con su valentía y determinación.
Y así fue como Esteban y sus piernas chuecas demostraron que los obstáculos no son barreras infranqueables, sino oportunidades para crecer y demostrar nuestra fortaleza interior.
FIN.