Esteban y las estrellas del amor libre


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Brillantina, un niño llamado Esteban que tenía estrellas en lugar de ojos.

Sí, así como lo lees, sus ojos brillaban con la luz de mil estrellas y su sonrisa iluminaba todo a su alrededor. Esteban era muy curioso y siempre estaba explorando nuevos lugares en busca de aventuras. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a una chica bajita con lentes sentada en un banco.

Se llamaba Martina y tenía una mirada llena de misterio que atrapó inmediatamente el corazón de Esteban. Desde ese día, Esteban comenzó a seguir a Martina a todas partes.

Le llevaba flores, la invitaba a pasear por el bosque encantado y le escribía poemas llenos de amor. Martina, por su parte, se mostraba distante y fría con él, pero Esteban estaba tan enamorado que no se daba cuenta de que su amor era cada vez más tóxico.

Un día, Martina le pidió a Esteban que dejara de seguirla y que respetara su espacio personal. Pero Esteban no pudo aceptarlo y siguió insistiendo en conquistarla a pesar de todo.

Martina se sintió sofocada por tanto amor obsesivo y decidió alejarse definitivamente. Esteban quedó destrozado al darse cuenta de que su amor había lastimado a la chica que tanto admiraba. Se refugió en su habitación llorando bajo un cielo estrellado que ya no parecía tan brillante como antes.

Pero poco a poco fue comprendiendo que el amor verdadero es aquel que respeta los límites del otro, que permite crecer juntos sin asfixiar ni controlar. Aprendió la importancia de valorar la individualidad y la libertad de cada persona.

Con el tiempo, Esteban volvió a brillar con luz propia gracias a esta importante lección. Ya no buscaba fuera de sí mismo la felicidad, sino que aprendió a amarse primero para luego poder amar sanamente a los demás.

Y así, entre estrellas y lecciones aprendidas, Esteban siguió explorando el mundo con los ojos llenos de brillo y el corazón rebosante de sabiduría sobre el verdadero significado del amor.

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