Estrella de Luna



ías en su lugar. La gatita, llamada Luna, lo miró con ternura y decidió llamarlo Estrella. Luna amaba a todos sus gatitos por igual, pero sabía que Estrella necesitaría un cuidado especial.

Decidió protegerlo y enseñarle cómo enfrentar el mundo de una manera diferente. A pesar de las dificultades, Luna estaba determinada a hacer que la vida de Estrella fuera maravillosa. Con el paso del tiempo, los hermanos de Estrella comenzaron a explorar el callejón.

Descubrieron nuevos lugares para jugar y aventurarse mientras Luna los observaba con orgullo. Sin embargo, Estrella se quedaba cerca de su madre todo el tiempo.

Un día, mientras jugaban cerca del callejón, los hermanos de Estrella escucharon un ruido extraño proveniente del otro lado de la calle. Se asustaron y corrieron hacia su madre para buscar refugio. Pero Estrella no podía ver ni oír nada. "¡Mamá! ¡Hay algo ahí afuera!" -dijo uno de los hermanos preocupado.

Luna se acercó a ellos con calma y les explicó que no había nada qué temer. Les dijo que debían aprender a confiar en sí mismos y utilizar sus sentidos al máximo para superar cualquier obstáculo.

"Esto es especialmente importante para ti, Estrella" -dijo Luna-. "Aunque no puedas ver ni oír como tus hermanos, tienes otros dones especiales". Estrella escuchaba atentamente las palabras de su madre e intentaba entender cómo podría superar sus limitaciones físicas.

Sabía que tenía algo dentro de él que lo hacía especial. Días después, mientras Luna y sus gatitos jugaban en el callejón, un perro callejero apareció de repente.

Los hermanos de Estrella corrieron asustados, pero Estrella no podía ver al perro ni oír sus gruñidos amenazantes. Luna se puso frente a Estrella para protegerlo, pero antes de que pudiera hacer algo, Estrella saltó hacia adelante y arañó al perro en la nariz.

Aunque no podía ver ni oír, su sentido del olfato y su instinto felino lo guiaron hacia el peligro. El perro se asustó y huyó despavorido. Los hermanos de Estrella quedaron impresionados por su valentía y le dijeron lo orgullosos que estaban de él.

Desde ese día, los hermanos de Estrella aprendieron a admirar las habilidades únicas que poseía. Se dieron cuenta de que ser diferente no era un defecto sino una ventaja. Aprendieron a aceptarse unos a otros tal como eran.

Con el tiempo, Luna y sus gatitos encontraron hogares amorosos donde fueron apreciados por su individualidad. Y aunque cada uno tenía su propio camino por recorrer, siempre recordarían cómo Luna los había enseñado a amarse mutuamente sin importar las diferencias.

Estrella creció siendo un gato fuerte e independiente. Aunque nunca pudo ver ni oír como los demás gatos, siempre supo cómo utilizar sus otros sentidos para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.

Y así termina nuestra historia sobre una valiente gatita llamada Luna y su extraordinario hijo Estrella, quienes nos enseñaron que la diversidad es algo hermoso y que todos tenemos habilidades especiales dentro de nosotros, solo debemos aprender a descubrirlas.

FIN.

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