Estrella y Luci, el Duende de la Luz
Había una vez, en un rincón lejano del Polo Norte, una casa mágica llena de luces y estrellas brillantes. Cada Navidad, esta casa se iluminaba con la magia de dos pequeños amigos: Estrella, una estrella alegre que viajaba con una estela de luz deslumbrante, y Luci, un duende de la luz travieso y con una risa contagiosa.
"¡Hola, Luci! ¿Ya preparaste los adornos para la Navidad?" preguntó Estrella mientras danzaba en el aire. Su luz brillaba intensamente, llenando la habitación con destellos de colores.
"Por supuesto, Estrella!" respondió Luci mientras correteaba de un lado a otro con un gorro puntiagudo. "Este año tenemos que hacer algo especial. ¡Las luces deben brillar más que nunca!"
Ambos amigos se pusieron a trabajar, decorando la casa con guirnaldas de luces, estrellas de papel y cintas brillantes. Pero a medida que pasaba el tiempo, Estrella notó que algo faltaba.
"Luci, ¿no crees que nuestras luces deberían tener un mensaje? Dicen que la Navidad es también sobre compartir y dar amor."
"¡Buena idea, Estrella! Pero, ¿cómo hacemos que nuestras luces transmitan ese mensaje?" preguntó Luci, frunciendo el ceño y pensando.
Después de mucho pensar, Estrella tuvo una idea brillante.
"Podríamos crear una 'estrella de deseos'. Cada luz que encendamos podrá cumplir un deseo especial para quienes lo necesiten. ¡Así es como verdaderamente brillarán!"
- “¡Eso es genial! ” exclamó Luci mientras saltaba de alegría. “Pero, ¿cómo logramos eso? ”
Comenzaron a investigar sobre las luces y su magia. Decidieron salir a buscar deseos de los habitantes del pueblo cercano. Con cada deseo que recogían, una lucecita se encendía, y la casa comenzaba a brillan más intensamente.
Pero durante su misión, se dieron cuenta que no solo ellos podían otorgar deseos; ¡la gente también podía ayudar! Le preguntaron a los niños si tenían deseos para compartir.
"Queremos hacer una estrella de deseos, que ilumine nuestros sueños. ¿Cuáles son los suyos?" les preguntó Estrella.
Las respuestas fueron variadas: juguetes, alegría para sus familias, amor entre sus amigos, salud para los mayores… Cada deseo se convertía en una luz mágica que los unía en un gran espectáculo.
Una noche, mientras estaban preparando todo para el gran día de Navidad, una fuerte tormenta de nieve comenzó a azotar la casa mágica.
"¡Oh no, Estrella! No podemos dejar que la tormenta apague nuestra luz. ¡Los deseos de los niños son muy importantes!" dijo Luci con preocupación.
"Respira, Luci. Si trabajamos juntos, podemos salir adelante. ¡Vamos a reunir las luces!" respondió Estrella, con una sonrisa esperanzadora.
A pesar del viento y la nieve, los dos amigos no se dieron por vencidos. Con su esfuerzo, colocaron cada una de las luces en el lugar correcto, mientras la casa vibraba con la energía de los deseos.
Finalmente, llegó la noche de Navidad. Con una última mirada hacia la tormenta, Estrella y Luci encendieron la estrella de deseos. En ese momento, la casa se iluminó con una luz tan brillante que atravesó la tormenta.
"¡Mirá, Estrella! La luz atrae a todos los que tienen deseos en sus corazones. ¡Vienen a ver nuestra estrella!" exclamó Luci, emocionado.
Los niños del pueblo llegaron corriendo, atraídos por la luz cálida y brillante. Al unirse a la celebración, cada uno compartió un deseo, y así, la casa resonó con risas, amor y esperanza.
"Esto es lo que significa la Navidad, Luci. No se trata solo de luces, sino de todos nosotros compartiendo momentos mágicos juntos" dijo Estrella, rodeada de sus nuevos amigos.
Y así, la casa mágica continúa iluminando el Polo Norte cada Navidad, recordando a todos que la verdadera luz se genera cuando juntos hacemos brillar los deseos de los demás.
FIN.