Estrellas de Amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo que tenía el corazón más grande y brillante de todos.

Mateo era conocido por su amabilidad, generosidad y alegría que contagiaba a todos los que estaban a su alrededor. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Mateo vio a una niña triste sentada en un banco. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.

La niña, llamada Sofía, le contó que se sentía sola porque acababa de mudarse al pueblo y no conocía a nadie. "No te preocupes, Sofía. ¡Yo seré tu amigo! Juntos vamos a divertirnos mucho", dijo Mateo con una sonrisa.

Desde ese día, Mateo y Sofía se volvieron inseparables. Jugaban juntos, exploraban el pueblo y compartían sus sueños e inquietudes. El corazón de Mateo estaba lleno de felicidad al tener una nueva amiga con quien compartir momentos especiales.

Sin embargo, un día llegaron noticias tristes al pueblo: la abuela de Sofía había fallecido y ella tendría que mudarse nuevamente para ir a vivir con su tío en otra ciudad lejana.

Mateo sintió cómo su corazón se apretaba con fuerza al enterarse de la noticia. Sofía estaba destrozada por tener que dejar a su amigo Mateo, pero él sabía que tenía que ser fuerte por ella. Se prometieron seguir siendo amigos aunque estuvieran lejos el uno del otro.

El día antes de la partida de Sofía, Mateo decidió hacerle un regalo especial para recordar su amistad: una cajita llena de estrellas brillantes hechas por él mismo. "Estas estrellas representan todos los momentos felices que compartimos juntos.

Aunque estemos separados físicamente, siempre estarás en mi corazón", dijo emocionado Mateo mientras entregaba el regalo a Sofía. Sofía abrazó a Mateo con fuerza y ambos se prometieron nunca olvidar la hermosa amistad que habían construido juntos.

Con el paso del tiempo, Mateo extrañaba mucho a Sofía pero recordaba con cariño los momentos vividos junto a ella.

Un día recibió una carta sorpresa de parte de Sofía donde le contaba lo feliz que era en su nueva ciudad y cómo cada noche miraba las estrellas brillantes recordando la amistad tan especial que tenían. Mateo sintió cómo su corazón se llenaba nuevamente de alegría al saber que aunque estuvieran lejos físicamente, su amistad perduraría para siempre en sus corazones.

Y así fue como Mateo aprendió que aunque nuestro corazón pueda romperse momentáneamente por las despedidas o las ausencias, siempre hay espacio para llenarlo nuevamente con nuevos recuerdos felices y nuevas amistades que nos acompañarán en cada etapa de nuestra vida.

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