Estrellas de Ensueño


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Tranquilidad, dos hermanitos muy traviesos y juguetones: Salva y su hermanita Esme. Todos los días, cuando llegaba la noche, sus padres les leían cuentos para que pudieran dormir tranquilos.

Pero Salva y Esme eran tan inquietos que les costaba mucho conciliar el sueño. Una noche, cansados de dar vueltas en la cama sin poder dormir, Salva tuvo una idea brillante.

"Esme, ¿qué te parece si contamos estrellas para poder dormir?"- propuso con entusiasmo. Esme se emocionó con la idea y juntos se asomaron a la ventana de su habitación. Allí, en el cielo despejado, brillaban miles de estrellas como lucecitas parpadeantes.

Los dos comenzaron a contar en voz alta: uno, dos, tres... pero pronto se dieron cuenta de que perdían la cuenta al distraerse con alguna estrella fugaz o al intentar encontrar las constelaciones.

Fue entonces cuando recordaron lo que su abuela les había enseñado: que cada estrella representaba un deseo por cumplir. Así que decidieron hacer un pacto: pedir un deseo por cada estrella contada antes de quedarse dormidos.

Salva pidió primero: "Deseo tener muchos amigos con los cuales jugar todos los días". Y Esme siguió: "Deseo ser valiente como los héroes de los cuentos que mamá nos lee". Así continuaron alternando deseos hasta llegar a cien estrellas contadas. Cuando terminaron, sintieron una paz interior que nunca habían experimentado antes.

Se acurrucaron juntos en la cama y cerraron los ojos mientras repetían en susurros sus deseos al universo.

Al día siguiente algo mágico sucedió: Salva conoció a un nuevo vecinito con quien compartía gustos similares y juntos formaron un grupo de amigos inseparables; mientras tanto, Esme encontró el valor para subirse a la hamaca más alta del parque sin temor alguno.

Desde esa noche especial, Salva y Esme adoptaron el ritual de contar estrellas y pedir deseos antes de dormir como parte de su rutina nocturna. Descubrieron que no solo era divertido sino también reconfortante saber que el universo escuchaba sus anhelos más profundos.

Y así, entre risas y sueños cumplidos, Salva y Esme aprendieron a encontrar calma en las noches agitadas gracias al poder mágico de las estrellas y sus deseos sinceros.

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