Estrellas de Sueños
Era una noche mágica en un pequeño pueblo argentino, donde el cielo se iluminaba de una forma especial. Andrés, Sofía y Lucas, tres amigos inseparables, habían decidido hacer una noche de observación de estrellas. Con sus mantas y una pequeña botella de agua, se acomodaron en el jardín de la casa de Andrés.
"Miren lo que hay arriba, ¡parece un mar de luces!" dijo Sofía con asombro, señalando una constelación brillante.
"Es como si cada estrella estuviera contando una historia", añadió Andrés, deslumbrado.
Lucas, el más curioso del grupo, tenía un pequeño libro de astronomía. Se sentó entre sus amigos y comenzó a leer sobre las constelaciones.
"¡Escuchen esto!" exclamó. "La Osa Mayor es una de las más conocidas y se dice que ayuda a los navegantes a encontrar el norte."
"¡Qué interesante!" respondió Sofía. "Creo que hay mucho que aprender de las estrellas."
Mientras miraban el cielo, de repente vieron una estrella fugaz.
"¡Miren! ¡Una estrella fugaz! Rápido, pidamos un deseo!" gritó Andrés.
Los tres cerraron los ojos y rápidamente hicieron sus deseos. Lucas deseó tener una noche llena de aventuras, Sofía deseó que sus sueños se hicieran realidad, y Andrés, con una sonrisa, deseó tener siempre a sus amigos a su lado.
Pasaron las horas, y el cielo se cubrió de nuevas estrellas. Era un espectáculo que los dejaba sin aliento.
De pronto, escucharon un ruido proveniente del bosque cercano. Sofía miró a sus amigos con ojos grandes.
"¿Escucharon eso? ¿Qué fue?" preguntó, temblando un poco de emoción.
"Quizás son solo animales, no hay de qué preocuparse", respondió Lucas, aunque él también estaba intrigado.
Decidieron investigar, así que con linternas en mano, se adentraron en el bosque. Mientras caminaban, la luna iluminaba su camino, haciendo el lugar aún más mágico.
"¿Y si encontramos un tesoro escondido?" sugirió Andrés, con una sonrisa.
"O un lugar encantado con hadas y duendes!" agregó Sofía, emocionada.
Al llegar a un claro, se encontraron con una escena impresionante. Un grupo de luciérnagas danzaba alrededor, creando un espectáculo de luces naturales que parecía un cielo estrellado en la Tierra.
"¡Guau! Esto es mejor que cualquier estrella!" dijo Lucas, maravillado.
Bailaron entre las luciérnagas, riendo y disfrutando del momento. Pero pronto, un leve susurro los hizo detenerse.
"¿Qué fue eso?" preguntó Sofía, con algo de temor.
"Creo que es el viento", murmuró Andrés, mientras miraba hacia la dirección del sonido. Fue entonces cuando vieron a un pequeño duende asomándose detrás de un árbol.
"¡Hola, amigos!" dijo el duende, con una voz suave. "No tengan miedo, soy Twink y cuido de este bosque. ¿Qué hacen en mi hogar?"
Los niños estaban sorprendidos, pero su curiosidad superó el miedo.
"Estamos observando las estrellas y hacemos deseos!" respondió Andrés, valiente.
"Las estrellas son más que deseos", explicó Twink. "Son guías. Cada estrella representa las aspiraciones de cada ser. Así que, ¿qué desean ustedes?"
Los niños compartieron sus deseos con el duende, y él sonrió ampliamente.
"Recuerden, los deseos se hacen realidad cuando se actúa para lograrlo. La constelación de sus sueños puede brillar si ustedes se esfuerzan."
Justo en ese momento, las luciérnagas brillaron aún más intensamente.
"Gracias, Twink. ¡Lo recuerdaremos!" dijeron los chicos a coro. El duende les sonrió y les prometió que siempre estaría protegiendo sus sueños mientras contemplen las estrellas.
Contentos y emocionados, los amigos regresaron a casa bajo el manto estrellado. Ya no solo eran tres chicos mirando las estrellas; ahora llevaban consigo la chispa de un sueño, un recordatorio de que la perseverancia puede convertir cualquier deseo en una realidad.
"¡Nos vemos mañana para seguir nuestros sueños!" dijo Sofía, mientras se despedia.
"Sí, ¡y planearemos nuestra próxima aventura!" agregó Lucas emocionado.
"No importa lo que pase, siempre miraremos al cielo juntos", concluyó Andrés, mientras se acomodaba en su cama soñando con el fezto de luciérnagas y estrellas.
Esa noche, los tres amigos aprendieron que las estrellas no solo deben ser miradas, sino también seguidas, con el corazón lleno de sueños y valentía.
FIN.